Amalia Nahuelquin

Patri/arcadas | Soberanía del cuerpo

Soy feminista. Estoy en los días en que me baja la luna, la expulso entintada en púrpura coagulada, conexión con mi yo superior interna, cuarzo rosa que late y respira desde mis ancestras.  Descubro la cuerpa felina que me domina, sangro en sincronía cíclica, con Venus. Baja la sangre y sangro la tierra. Fotografía para compartir. La útera me sufre, la siento, agachada me conecto con toda materia y partícula de la naturaleza. Fotografía para el face, inmortalizo la conexión del flujo con la madre tierra y la comparto con todes quienes se entretienen tocando la pantalla de su celular, navegando a través del face. Luego, me recojo la cuerpa y la envuelvo en la cama, me entretengo y paso las horas en la red. Veo trozos de cuerpas usadas para vender todo tipo de cosas. Exhibiciones virtuales. Es extraño pensar que la cuerpa de una compañera se oponga a aparecer en publicaciones tipo catálogos fotográficos de vestuario. ¿La cuerpa es esclava de la mente?  Retazos de cuerpas posando para conseguir la venta. La cuerpa posando para aumentar la basura en el mundo. Retazos de cuerpa fotografiada para aumentar las transacciones. Una cuerpa de tez perfecta que viste sensual y alegre, en equilibrio perfecto con los mandatos imperantes del patriarcado, ¿Puede ser esto posible? ¿Puedo saber claramente cuándo una cuerpa es una cuerpa disciplinada o cuándo no? Concebir en mi mente la imagen corporal certera y sumar a esto los pensamientos de aquella cuerpa, es prácticamente imposible. Dentro de este marco en la academia se habla de corporalidad, pero sin juntarse con nuestras cuerpas, que habitan las tomas, que habitan las poblaciones, que se fotografían fragmentos corpóreos con fines publicitarios, sin hacer de sus palabras ecos en la gente. La academia, consigo misma, habla de lo inequívocamente corpóreo como la materia que remite a la subjetividad que la sustenta y es hermosamente tan certero.   Entiendo que mis palabras son causa de alteraciones psíquicas personales. Mente y cuerpa acordonadas. Igual sigo navegando y veo cuerpas usadas para vender aros y pulseras. Son cuerpas habitadas por compañeras que usan pañoletas feministas, consideran a todo ser perteneciente al sexo masculino un ser puramente ominoso. La útera me sufre otra vez. Agua caliente con manzanillas recogidas en el humedal por la mañana nublada, para mi útera doliente. Pienso ahora en el aborto. Sé que la ley no concibe derechos para las cuerpas, sino para les seres que les habitan. Y otra vez lo mismo, mente y cuerpas acordonadas como una sola o separadas en sí mismas. No lo sé. Dejo el face. Abortar es una manera natural o intencional de equilibrar la vida también y es la cuerpa, solo la cuerpa quien tiene la capacidad de parir, de gestar, amamantar y también de abortar. Lo hemos practicado desde hace siglos y seguirá sucediendo. Todas podemos abortar, tal como si nos quitáramos un nódulo, un quiste, o un lunar. Pero fuera de la Ley, ya que esta no concibe derechos para las cuerpas, la Ley decide por sobre nuestras cuerpas y la lucha por la soberanía del cuerpo está encendida tal como ilumina el fuego contra la injusticia, hoy en día en $hile.  Levántense espíritus del pantano, junto a la humedad de la niebla que se les desprende cada mañana, y empañen este orden Androcentrista que cubre la legislación $hilena, llévenselo de este plano, sumérjanlo junto al cuero, que esconden en el fondo de sus almas, por el poder de tres veces tres.       El orden impuesto por la mirada borracha del androcentrismo considera nuestras cuerpas como criaturas dependientes e incompletas, por la falta del pene. Aparece entonces un tipo de feminidad que nos resume al arte de empequeñecer (P. Bourdieu): sonreír discretamente, agachar la mirada, aceptar interrupciones, piernas que hay que cerrar, vientres que hay que ocultar y yo respondo:  Levántense espíritus del pantano, junto a la humedad de la niebla que se les desprende cada amanecer, y empañen este orden androcentrista alojado en el lenguaje y la acción patriarcal en nuestras vidas, llévenselo de este plano, sumérjanlo junto al cuero, que esconden en el fondo de sus almas, por el poder de tres veces tres.       Levántense espíritus del pantano, junto a la humedad de la niebla que se les desprende cada alborada, y empañen este orden androcentrista alojado en el pensamiento y la andocracia imperante en el día a día, llévenselo de este plano, sumérjanlo junto al cuero, que esconden en el fondo de sus almas, por el poder de tres veces tres.

Patri/arcadas | Energía femenina y terrenal

Soy feminista. No de esas que se sienten asqueadas por los onvres, no. Igual me gusta y gozo con el miembro masculino. No imagino una tarde de excitación frotando la cuerpa contra otra, no, eso no es de mis gustos eróticos. Soy feminista y promuevo el uso del les, lxs, o lus.  Las raíces del androcentrismo crecieron en todas las inmediaciones de la vida. La academia aúlla doliente al ver la transformación que vive su lengua, la desfiguran les incultes mal nacides y pordioseres, la insultan, quedando fuera de los parámetros establecidos. Algunes dicen que constituye un obstáculo para la lengua y su entendimiento, otres que contraviene las normas de la RAE. Les explico: Todes ustedes humanes ajenes, lean: Somos creación en movimiento y aunque nos despojaron de lo originario y usurparon la cultura, desnudaron y mutilaron nuestros saberes, nosotres renacemes y nes reinvetames las veces que sea necesario, creamos un código nuevo, ligado con nuestres propios procesos. El uso de este nuevo pronombre nos iguala, apuñala al heteropatriarcado y su orden naturalizado, que impera con un manto transparente que lo cubre todo, que lo rige todo y todo lo controla, todo.  Sigo; Soy feminista y de las que votan y opinan bajo el amparo de la luna, al paso de sus ciclos, soy violenta felina que emerge desde de las ancestras, soy suavidad tierna que brota de las flores del humedal y busca un diálogo nuevo, marginal, conectando con lo que trasciende, desde les espíritus del bosque y las arenas del desierto, desde la mar y las montañas, pero en $hile todo se mantiene siendo un fiasco: las reglas en el circo heteropatriarcal están a cargo de unes poques, tode el resto en sus jaulas se prepara para salir a escena: se visten y perfuman, viven bajo el látigo del sueldo, la carga horaria y les dueñes de la carpa, les cabrones herederes por años de años, nos tienen sin bolsillos ni monedas que endulcen nuestras mañanas. Observémonos: ojeras, dolor de espalda, dientes picados y montón de enfermedades, crónicas o no crónicas, físicas o psíquicas, que se institucionalizan y tratan de callar con pastillas y terapias, y más pastillas, y más terapias. Yo no, me niego, me reúso. Soy feminista y preparo mis ánforas con aceites esenciales del campo originario, tierra pantanosa, espíritus de les huilles, energía femenina terrenal, que me envuelve y guía, ayudarán a equilibrar a todes les seres que habitan esta tierra, energías sagradas que decapitarán a todes les machirulos que pudren la existencia con su fétido respirar. Continúo;  Soy feminista. No de esas que les encanta lo primitivo de la ovulación y el embarazo, no de las que anhelan parir con dolor y más dolor, sentir la vida desde lo natural y carnal, con la partera, bajo el agua de una pequeña bañera, procurando conservar la placenta para hervirla junto a las papas del campo y comerla. Soy feminista y busco la igualdad, sin embargo, maternar en $hile nos condena a asumir la crianza de un otre en absoluta soledad, soledad limitante, soledad prohibitiva que mutila, y ese otre, indefense, crece siendo parte de esta tierra que da patri/arcadas, individualista, enferma terminal de micromachismos y no hay receta para combatirlo, no hay tiras de pastillas para afrontarlo.  Ofrendo la sangre que brota de mi útera y movilizo la energía planetaria para luchar, hoy les invito: seamos fuerza, tomemos nuestras pañoletas verdes, violetas, o del color que sean, o que no sean, eso no importa, salgamos del plano material, seamos resistencia y seamos insurrección.