Patri/arcadas | Energía femenina y terrenal

Soy feminista. No de esas que se sienten asqueadas por los onvres, no. Igual me gusta y gozo con el miembro masculino. No imagino una tarde de excitación frotando la cuerpa contra otra, no, eso no es de mis gustos eróticos. Soy feminista y promuevo el uso del les, lxs, o lus.  Las raíces del androcentrismo crecieron en todas las inmediaciones de la vida. La academia aúlla doliente al ver la transformación que vive su lengua, la desfiguran les incultes mal nacides y pordioseres, la insultan, quedando fuera de los parámetros establecidos. Algunes dicen que constituye un obstáculo para la lengua y su entendimiento, otres que contraviene las normas de la RAE. Les explico: Todes ustedes humanes ajenes, lean: Somos creación en movimiento y aunque nos despojaron de lo originario y usurparon la cultura, desnudaron y mutilaron nuestros saberes, nosotres renacemes y nes reinvetames las veces que sea necesario, creamos un código nuevo, ligado con nuestres propios procesos. El uso de este nuevo pronombre nos iguala, apuñala al heteropatriarcado y su orden naturalizado, que impera con un manto transparente que lo cubre todo, que lo rige todo y todo lo controla, todo. 

Sigo;

Soy feminista y de las que votan y opinan bajo el amparo de la luna, al paso de sus ciclos, soy violenta felina que emerge desde de las ancestras, soy suavidad tierna que brota de las flores del humedal y busca un diálogo nuevo, marginal, conectando con lo que trasciende, desde les espíritus del bosque y las arenas del desierto, desde la mar y las montañas, pero en $hile todo se mantiene siendo un fiasco: las reglas en el circo heteropatriarcal están a cargo de unes poques, tode el resto en sus jaulas se prepara para salir a escena: se visten y perfuman, viven bajo el látigo del sueldo, la carga horaria y les dueñes de la carpa, les cabrones herederes por años de años, nos tienen sin bolsillos ni monedas que endulcen nuestras mañanas. Observémonos: ojeras, dolor de espalda, dientes picados y montón de enfermedades, crónicas o no crónicas, físicas o psíquicas, que se institucionalizan y tratan de callar con pastillas y terapias, y más pastillas, y más terapias. Yo no, me niego, me reúso. Soy feminista y preparo mis ánforas con aceites esenciales del campo originario, tierra pantanosa, espíritus de les huilles, energía femenina terrenal, que me envuelve y guía, ayudarán a equilibrar a todes les seres que habitan esta tierra, energías sagradas que decapitarán a todes les machirulos que pudren la existencia con su fétido respirar.

Continúo; 

Soy feminista. No de esas que les encanta lo primitivo de la ovulación y el embarazo, no de las que anhelan parir con dolor y más dolor, sentir la vida desde lo natural y carnal, con la partera, bajo el agua de una pequeña bañera, procurando conservar la placenta para hervirla junto a las papas del campo y comerla. Soy feminista y busco la igualdad, sin embargo, maternar en $hile nos condena a asumir la crianza de un otre en absoluta soledad, soledad limitante, soledad prohibitiva que mutila, y ese otre, indefense, crece siendo parte de esta tierra que da patri/arcadas, individualista, enferma terminal de micromachismos y no hay receta para combatirlo, no hay tiras de pastillas para afrontarlo. 

Ofrendo la sangre que brota de mi útera y movilizo la energía planetaria para luchar, hoy les invito: seamos fuerza, tomemos nuestras pañoletas verdes, violetas, o del color que sean, o que no sean, eso no importa, salgamos del plano material, seamos resistencia y seamos insurrección.

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