Signos vitales | Desmalezando

«Desmalecé hasta el mediodía. En algún momento la loica se desprendió del polín y voló junto a una compañera (de pecho rosado) que no había visto, perdiéndose bajo el cielo inmensamente azul. Volví después a casa y me dispuse a escribir este texto, que delineé mientras arrancaba de la tierra yuyos, malvas, teatinas y otras especies -ya secas- cuyo nombre ignoro.»

¿Qué canta el canto? Nada. El canto canta, el canto canta, 

no como el pájaro, sino como el canto del pájaro. 

Pablo de Rokha

 

Hoy, mientras realizaba la agotadora tarea de desmalezar, vi una loica parada en la punta de uno de los polines del cerco. Frecuentemente estas aves, propias de Chile y Argentina, aparecen por Lo Fontecilla, pequeño caserío -limítrofe con el humedal de Batuco- donde vivo hace más de dos décadas. Su pecho colorado, específicamente el de los machos -pues se trata de una especie dimorfa- las hace especiales, diferentes, llamativas, siendo la causa de su inclusión en un sinfín de leyendas, tanto de los pueblos originarios como de los posteriores ocupantes de este sector del planeta. Según Alonso de Ovalle, los indígenas que habitaban lo que hoy por hoy es Chile atribuían al canto de esta ave la capacidad de pronosticar la muerte, las enfermedades y otras desgracias, fenómenos que afectarían a quien la escuchase o a sus parientes. Sería, por tanto, un ave de mal agüero. Para el actual poeta mapuche Lorenzo Aillapán, en cambio, la loica sería una anunciadora, pero de visitas y al mismo tiempo una ayudante de el o la machi, es decir, un ser positivo, casi new age.

Pese a este rol de “anunciantes”, estos pájaros “pechicolorados” -así los llamaban los españoles- históricamente han estado asociados más bien a leyendas vinculadas a la sangre. En estas narrativas, el rojo líquido que corre por nuestras venas y arterias, que ha sido derramado de abundante forma en nuestro país pasillo (como lo llama Bolaño), es metaforizado, romantizado, endulzado, envasado, permitiendo que podamos digerirlo, procesarlo, incorporarlo, incluso nutrirnos vampirescamente de él, para luego seguir adelante, como se dice eufemísticamente. En “Historia de por qué la Loica tiene el pecho colorado”, texto publicado durante los sesenta en “Las historias de mama Tolita”, Marta Brunet recopila una de estas leyendas, específicamente aquella que señala que pese a temer al hombre y “su malignidad que se distrae matando”, la loica, que asume el rol de una piadosa TEN emplumada, cuida a un cazador que la quiso matar y tuvo problemas con su escopeta, le salió el tiro por la culata y se pegó -inepto- un tiro en su propio pecho, quedando agónico en un descampado. El contacto del ave -de mentalidad cristiana- con la sangre del cazador, por tanto, sería la causa de su plumaje colorado, color que en el texto fue aprobado ever for ever nada menos que por el mismo San Pedro, que “había bajado a la Tierra a tomar un poquito de fresco a la sombra de unos hualles y había visto todo lo pasado” (cosa extraña eso de que el personaje bíblico bajase “a tomar un poquito de fresco”, pues se supone que el calor extremo se da en el infierno, no en el paraíso, que es un sitio bacán como Hawai, Miami o Isla de Pascua, aunque -espero- sin blancos, gente abc1, uniformados ni yanaconas).

En los mismos años sesenta, en un poema titulado “Loica”, incluido en su “Arte de Pájaros”, Pablo Neruda le pregunta al ave de pecho rojo: “Por qué me muestras cada día tu corazón ensangrentado?” // “Qué culpa llevas suspendida / qué beso de sangre indeleble, / qué disparo de cazador?” En este último verso, el poeta nacido como Neftalí Reyes y hoy tachado, eliminado del juego, por violar a una sirvienta en Ceilán, dialoga, sin duda, con la leyenda recopilada por la Brunet, aunque en su poema parece no haber problemas de carácter técnico con la escopeta y la loica ha sido baleada, transformándose de alma caritativa en víctima. Un flash forward, sin duda, del gran poeta de Parral, dado que al comienzo de la siguiente década el cazador, vestido de uniforme gris azulino, aviones de guerra y gafas negras, dispararía contra el corazón del pueblo, ensangrentaría su pecho, convirtiendo a Chile entero en una especie de loica.

La imagen de la víctima vuelve a aparecer en los tiempos actuales, específicamente en el poema-denuncia “La loika” de Graciela Huinao, donde la poeta huilliche se pregunta: “¿Por qué canta la loika? / Si le han cortado el árbol / donde solía cantar (…) // ¿Por qué canta la loika? / Si le han robado la tierra / donde iba a anidar (…) // ¿Por qué canta la loika / Si no le dejan migajas / para comer” (…) //- Canto por mi árbol, migajas, tierras, / por lo que fue mío ayer. / -Canto por la pena de perderlo…” En este texto, la loica o loika funciona como una analogía respecto del pueblo mapuche y su tragedia, que a estas alturas parece inmanente, incluyendo además una dimensión no considerada por la Brunet o por Neruda: lo ecológico. 

Desmalecé hasta el mediodía. En algún momento la loica se desprendió del polín y voló junto a una compañera (de pecho rosado) que no había visto, perdiéndose bajo el cielo inmensamente azul. Volví después a casa y me dispuse a escribir este texto, que delineé mientras arrancaba de la tierra yuyos, malvas, teatinas y otras especies -ya secas- cuyo nombre ignoro. Para informarme busqué algunos datos en Internet. En ese navegar, junto con su poema “La loika”, me crucé con una entrevista que la Huinao dio a Álvaro Miranda, texto que aparece en la página del “Festival de Poesía de Medellín” y que aparentemente corresponde al año 2009. La poeta huilliche, primera integrante indígena, además, de la Academia Chilena de la Lengua, señala allí que la loica “es un pájaro originario del sur de Chile que está a punto de extinción.” 

Preocupado por el destino del ave, pensé que pronto no la vería más en los parajes fontecillanos, entré en la página de la IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), institución que mantiene un registro de especies en peligro de extinción. Descubrí allí, afortunadamente, que la loica se encuentra clasificada como de “preocupación menor”. ¿Qué significa esto? “Un taxón [o grupo] se considera de Preocupación Menor cuando, habiendo sido evaluado, no cumple ninguno de los criterios que definen las categorías de En Peligro Crítico, En Peligro, Vulnerable o Casi Amenazado. Se incluyen en esta categoría taxones abundantes y de amplia distribución”, informa la IUCN.

En “El arte de la poesía”, el vate norteamericano Ezra Pound indica que el poeta emite informes, que tal carácter tendrían sus poemas. Si deliberadamente o por descuido falsea esos informes “con el fin de ajustarse al gusto de su época, a los requisitos de un soberano, a las conveniencias de un código ético preestablecido, entonces ese artista miente”, sentencia con extrema severidad el autor de los “Cantos”. En este caso, no se trata de un poema, pero sí del contexto que le da origen, su puntapié inicial. Si se tratase de un poema hermético, o barroco, o paródico, o surrealista, daría lo mismo, sería un recurso, pero un poema denuncia está ligado -indefectiblemente- a la realidad. Imaginemos qué sería del poema “Fuga de muerte” de Paul Celan si los campos de concentración nazi hubiesen sido solo una invención del autor. Ignoro de dónde obtuvo la información Graciela Huinao y sería conveniente saberlo. Tal vez la IUSC está errada. Tal vez sea un monstruo hegemónico, negacionista del cambio climático, que engaña a toda la humanidad. Tal vez hace diez años la loica sí estuvo en peligro de extinción y gracias a algo se salvó y yo no lo supe. 

Este desajuste, si lo hay, por cierto, no desmerece la obra de la Huinao, pero puede lanzar un inconveniente manto de duda sobre sus afirmaciones, más aún cuando muchos de ellas se ligan con la lucha contra la nefasta -y más que centenaria- ocupación de los territorios de los pueblos ancestrales por parte del estado chileno. Requiere esta lucha de precisión, de solidez, pues un paso en falso puede poner en cuestión aspectos como la devastación ecológica que esta ocupación ha propiciado en los territorios, alentando la venenosa y pegajosa baba discursiva de los inversores invasores. Precisión y solidez también requiere la bella loica que, por suerte -según el IUSC- no ha seguido el destino del huemul, el ñandú, el loro tricahue, la ranita de Darwin y más de cien especies chilenas, muchas pertenecientes al Wallmapu, que sí están en claro peligro de desaparecer de la faz de la misma tierra que hoy, bajo sol de diciembre, tardíamente me dediqué a desmalezar.

 

 

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