«Esta “internacionalización” -que no se dio solo en el ámbito de la poesía- sumada a la mayor prosperidad de gran parte de los países que acogieron a los desterrados, ha hecho que muchos hayan hablado -cínicamente- del exilio como de “la beca Pinochet”. Estos aspectos favorables, sin embargo, no quitan lo despótico y cruel de la medida, que significaba no solo abandonar forzadamente (y muchas veces después de golpizas o sesiones de tortura) el país y los proyectos personales de vida, sino también el sueño de una sociedad mejor.»
Según las cifras entregadas por la Comisión Chilena de Derechos Humanos, el número total de exiliados y exiliadas durante la dictadura mafiosa encabezada por Augusto Pinochet y secundada por civiles -sí, viles- ascendió a más de doscientas mil personas. Dentro de esa cifra se cuentan numerosos poetas que -obligados a partir- se llevaron consigo una parte de nuestra tradición literaria, la que repentinamente se vio enfrentada, como sus autores y autoras, a nuevas culturas, idiomas y estilos, circunstancia que tuvo como consecuencia una inesperada ampliación del campo poético nacional, así como la conexión con escritores de otros países. Esta “internacionalización” -que no se dio solo en el ámbito de la poesía- sumada a la mayor prosperidad de gran parte de los países que acogieron a los desterrados, ha hecho que muchos hayan hablado -cínicamente- del exilio como de “la beca Pinochet”. Estos aspectos favorables, sin embargo, no quitan lo despótico y cruel de la medida, que significaba no solo abandonar forzadamente (y muchas veces después de golpizas o sesiones de tortura) el país y los proyectos personales de vida, sino también el sueño de una sociedad mejor. La disposición, recordemos, no tenía fecha de expiración, por lo que su levantamiento dependía exclusivamente del régimen, es decir, el regreso de las personas exiliadas se hallaba bajo los designios de Pinochet y sus socios de una derecha chilena que -a la fecha- ha cambiado muy poco (y no podría asegurar que para mejor).
En el escenario recién descrito, los temas que surgen de la poesía chilena del exilio –que fue registrada en revistas como Araucaria de Chile, Literatura chilena en el exilio o LAR- están marcados, en general, por la nostalgia por el país perdido, sus paisajes, los parientes, los amigos, los amores y el proyecto político aniquilado por la armas, así como por la compleja adaptación a las nuevas sociedades y el deseo siempre presente de tener el derecho de volver a la patria, de borrar la letra L de los pasaportes, ante una pena de extrañamiento que, en muchos casos, fue superior a los diez años, incluyendo también a quienes no volvieron porque murieron en el exilio -como Julio Moncada- o aquellos que decidieron quedarse en el extranjero. Hay nostalgia en los versos de la diáspora chilena, como se dijo, pero también hay rabia y sufrimiento. Eso no quita, por cierto, la presencia del humor y la ironía, principalmente ante textos de corte más bien antipoético o al menos donde la lírica -que en los años sesenta se hallaba en franca retirada- no tiene un rol protagónico. Al respecto, podemos citar el poema “Espera” de Eduardo Carraco, donde el autor señala que: “Desde el 11 de setiembre / de 1973 / estoy parado / en la esquina de Saint-Michel / con Saint-Germain / esperando que pase la Pila-Cementerio.”
El cosmopolita narrador gringo John Dos Passos -autor de la magnífica novela Manhattan Transfer– indicó alguna vez lo siguiente: “Podéis arrancar al hombre de su país, pero no podéis arrancar el país del corazón del hombre”, máxima que se puede apreciar nítidamente en la breve selección de poemas del exilio que se presenta a continuación.
Selección de Textos
OMAR LARA / (Nohualhue, 1941-Concepción, 2021)
HE ENCONTRADO UNA MUCHACHA EN LA CALLE
He encontrado una muchacha en la calle
La conocí
hace tiempo
en un lejano país.
Recordamos que pudimos habernos amado.
En ese tiempo.
(Hoy en esas ciudades
en que un día vivimos
crecen muertos y una historia se hace silencio).
Hemos cortado ramas de un arbusto
es como el cedrón
y de nuevo nos abandonamos a aquel tiempo
en que pudimos habernos amado.
Ese tiempo.
EN UN TREN YUGOESLAVO
1
A mi lado hablan los hombres,
dulces y agredidos,
fumamos y el humo nos une,
no entiendo qué dicen
pero cruzan las manos
en un gesto
que me es familiar.
2
Durante varias horas nos ha acompañado
un pequeño río
de grises y duras aguas.
Quisiera preguntar cómo se llama,
¿cómo se llama ese río?
sonríen,
cómo se llama ese río,
sonríen,
este río se llama Sonrisa.
No hubiese podido irme sin saber su nombre.
De: Fugar con juego, Madrid, Editorial LAR, 1984
EDUARDO CARRASCO / (Santiago, 1940)
ESPERA
Desde el 11 de setiembre
de 1973
estoy parado
en la esquina de Saint-Michel
con Saint-Germain
esperando que pase la Pila-Cementerio.
De: Araucaria de Chile N°8 – Madrid, 1979
ALICIA SALINAS / (Lautaro, 1954)
TOMADOS DE LA MANO
El país donde viví́,
tuve hijos,
y aprendí́ una lengua
que no he vuelto a pronunciar.
Tenía cupulas con estrellas de zafiros.
Maternidades,
donde doblaban a las guaguas
para que el frio no arremetiera
en sus cuerpos de niños.
-Nosotros envolvíamos los propios para no desmembrarnos-
Así́ podíamos caminar por la nieve tomados de las manos.
Nada era de uno, solo la sangre que corría por las venas de los pequeños.
Las tardes en que borrábamos la nostalgia a manotazos,
cubríamos con pañuelos y pieles sus cuellos, y nos deslizábamos en trineos
-sin medir las consecuencias-
EN MEDIO DEL JARDÍN
Cortaron el árbol de damascos imperiales del jardín de la casa.
Lo cambiaron por un mísero rosal.
Nuestros hijos creían que el cielo quedaba en su copa.
Nadie se sube a un rosal.
Las abejas que tomaban por asalto la miel de los damascos que
maduraban antes -como nosotras- hoy prefieren el jardín vecino.
Han muerto dos de mis hermanos, mi madre y mi padre.
Y aquel árbol que crecía en medio del jardín.
Ya nadie nos visita. / Se han ido casi todos. / No hay damascos para mermelada.
Cuando los militares andaban disparando en la ciudad (se acribillaba sin misericordia)
Subía por el tronco hasta su copa,
cuidando de no pasar por sobre los capullos.
Desde ahí́ podías oír disparos, bocinazos y lamentos.
Solo los militares y los sentenciados a muerte deambulaban por las calles.
Ese fue el inicio de mi vida clandestina.
En clandestinidad uno debe volver a bautizarse.
Sin cura ni agua bautismal.
Mi madre esperaba a diciembre para comprar azúcar.
En una caja de lata guardaba billetes amarrados con hilo grueso.
Con hijos presos o exiliados no siempre los ocupó en mermelada.
Hoy hemos vuelto a llamarnos como antes.
Y en medio del jardín.
Trepan por las ramas del damasco inexistente, un par de muchachas, parecidas a nosotras.
De: Última esperanza, Eutopía, 2015
GONZALO MILLÁN
HOCKEY
La muerte canadiense
se desliza hacia mí,
rauda sobre el hielo
como un jugador de hockey
esgrimiendo
su guadaña de palo.
Yo no sé ni patinar,
yo juego fútbol, le digo.
De: Entre la lluvia y el arcoíris, Antología de jóvenes poetas chilenos.
Soledad Bianchi (editora) – Ediciones del Instituto para el Nuevo Chile, Rotterdam, 1983.
JAVIER CAMPOS / (Santiago, 1947)
LA CIUDAD EN LLAMAS (Fragmento)
En las hogueras de las montañas de Utah
Una vez escribí una larga historia
Te la envié a una dirección que ya no existía
Me la regresaron por el correo muchos años después
Decía el sobre que tu casa había desaparecido
Que tú no aparecías en los libros de esa ciudad dormida
Si la hubieras recibido
Habrías visto que el espejo secreto que iba adentro
Reflejaba a un hombre apoyado en una ventana
Contemplando una ciudad olvidada
En las hogueras de las montañas de Utah
De: La ciudad en llamas, Ediciones LAR, Concepción, 1986
JAIME GIORDANO / (Concepción, 1937)
ERES LEYENDA (fragmento)
Me quitaste el aire
me quitaste el alma
me quitaste el corazón, tus ojos
el canto de tu piel me quitaste
me quitaste el rocío
el amor, tu pelo
Esas sonrisas que me quitaste
se van en el perfume de ti que
minuto tras minuto
se apaga entre las sábanas
Me quitaste tu sombra, tu regazo
me quitaste el viento de tus párpados
la música
Los libros se humedecen, sea apolillan
Todo me fue quitado de repente
Me quitaste el pan de la boca
el vino cayó al piso
las ollas quedaron frías de viejos tallarines
hasta el olor del humo me quistaste
y mi boca se reseca de ese tabaco impuro
Todo el dolido amor se me pega al cuerpo
sujetándose apenas de mí
Me quitaste tu canto, mi sonrisa
y después de la vida
me quitaste mi país, mi país, mi país
De: Eres leyenda, Editorial el Maitén, Nueva York, 1981
CECILIA VICUÑA / (Santiago, 1948)
GOLPES, NADA MÁS
Si en un tiempo las palabras tuvieron
acepciones relativamente limitadas
o circunscritas a una región original
de ideas o conceptos
que estaban destinados a movilizar
con el tiempo se fueron llenando
de asuntos y connotaciones
que la historia les puso encima
como un agregado fatal,
por ejemplo, la palabra GOLPE
si alguna vez fue un golpe
ya sea de puño
o de alguna cosa que cae
o golpe de gracia
o golpe de suerte
o golpe de luz
de un tiempo a esta parte
un golpe es una cuestión nacional
que afecta todo el estado
de las cosas y las personas
un golpe le cuesta a todos por igual
ya sea para bien o para mal
y en todo caso está lejos de ser
un golpe nada más.
De: Araucaria de Chile N°14 – Madrid, 1981
EDUARDO EMBRY / (Valparaíso, 1938)
EXILIO
A Jorge y Nelson Osorio Tejeda
En este país
hay otro país
que contiene al país
donde vivía alguien
que ya no vive en su país
sino en este país
que contiene a otro país
que a la vez contiene a ese país
donde hay otro país
donde vivía alguien
que ya no vive en aquel país
que contiene a otro país
sino en este país
donde hay otro país
que a la vez contiene al país
donde vivía alguien
que ya no vive
en este país:
En tiempos isabelinos
las casas tenían puertas más chicas.
De: Araucaria de Chile N°8 – Madrid, 1979
JULIO MONCADA / (Santiago, 1919 – París, 1983)
DESDE LARGAMENTE LEJOS
Hermana mía, hermana, te sueño, te reveo
sobre la bruma de Santiago, dulce
tejedora de sueños imposibles, hermana única.
Te beso desde París con nieve, desde un París
que cada día es menos y me pregunto por ti
mientras hablamos,
ellos y yo, de cosas que se quedan aisladas,
imperceptiblemente lejos, tórridamente lejos,
-por ejemplo, el verano-
y mientras ellos y yo charlamos desvaídamente
veo tus trenzas de los doce años y el jardín en la sombra
veo, mientras charlamos al lado de la taza de té,
el rumor de las aguas del arroyo, la salvia
creciendo, y tú mirando unas piedrecillas
rojas como la sangre. Veo tu siempreviva,
desmadejarse en manos de mamá, los tejidos
mientras charlamos, los tejidos de la habitación
de los muebles oscuros y te veo, te veo aún
acariciando el gato negro sin pena ni sonrisa,
como mirando un porvenir.
Ahora te lo digo, aunque no es aún tarde,
buenos días hermana, buen sol, todavía el otoño
resplandece de pronto, todavía
respiro sobre el dorso de tu mano y te beso
largamente desde un París, que cada día es menos.
De: Araucaria de Chile N°24 – Madrid, 1983
NAÍN NÓMEZ / (Talca, 1944)
VISITAS DE MI MADRE I
La primera vez viniste en primavera
vivíamos en la casa de tres pisos
con manuel y la carmen
francisco no había nacido todavía
y los italianos cosechaban las uvas
de los patios traseros
dejando acidarse el aire con ese fermento
repugnante de los vinos de Ontario
tú te maravillabas de la suavidad esponjosa
de los quesos de Holanda
del calor que te aplastaba al porche
y al zumbido de abejas enfiestadas con las flores
tejías incansable esas chalecas coloridas
que a Sebastián le fastidiaba ponerse
(tan gringo él que prefería un cortavientos liviano)
y rumoreabas con el viento tu lenguaje de palabras inmóviles
y gestos hieráticos
mientras en la zona oscura de nuestra conciencia
volvía una y otra vez al horroroso país
de donde no quisimos salir nunca
VISITAS DE MI MADRE III (fragmento)
te pusiste a hilar la casa
a tejernos los suéteres que se nos agolpaban
en los brazos y a rumiar la nostalgia
mientras la nieve se anunciaba
con su golpe de harina enrojecida
no nos dejamos de querer ni de odiar
con tu visita
pero Toronto tomó un tono maulino
y las esquinas del lago Ontario
se abrieron como si fueran el golfo de reloncaví
fuiste de choping con nosotros
aprendiste a comprar el pan de plástico
estampillas al turco de la esquina
y uno que otro embeleco en el gudwill
para mandar a chile
en las tardes te envolvías con las habitaciones
para escapar del frío
y mirabas la televisión con el entusiasmo
de quien sorprende palabra escondidas
prefiriendo al final las comedias histriónicas
pero en lengua española
que te daba marzialli
de tu visita cada vez más antigua
nos fue quedando
una planta de menta en su maceta
un cúmulo de ropas inservibles
ese aire que va y viene
esa sensación por los huesos nevados
esta lluvia que cae hace diez años
De: Países como puentes levadizos, Ediciones Manieristas, Santiago, 1986
JUAN ARMANDO EPPLE / (Osorno, 1946)
PASAPORTE
Nosotros, turistas que oficiamos
esa pasión un poco vergonzante
pero pasión al fin: la sobrevida
tránsfugas orgullosos del lenguaje de la tribu,
esa vieja moneda que cambiamos de mano
o dejamos escondida
cuando vamos sin prisa por las calles
olemos en el aire el anuncio de otra primavera
y como las palomas, trotamos hasta el parque
para hojear con pericia los últimos periódicos
y en otro idioma que apenas entendemos
(mientras los niños juegan al idilio o a la guerra)
buscamos noticias de un país que cada vez se aleja
hacia las últimas páginas.
Entonces regresamos a la casa
con un poco de frío en las mejillas.
NOTICIAS DEL FUTBOL
Me escriben mis amigos desde Chile:
los tiempos vienen malos, pero nos sostenemos.
Nuestro equipo se afirma lentamente
escala posiciones
pese a algunos reveses, hay moral combativa
(la Copa Libertadores será nuestra).
En el Estadio Nacional, luego del gol de Ahumada
nuestra hinchada gritaba
venceremos.
De: Entre la lluvia y el arcoíris, Antología de jóvenes poetas chilenos.
Soledad Bianchi (editora), Ediciones del Instituto para el Nuevo Chile, Rotterdam, 1983.
MAURICIO REDOLÉS / (Santiago, 1953)
DECRETO CON FUERZA DE EXILIO
Imitación Alfonso Alcalde
Aquellos Aquellas
que salieron con un nudo de carne
por corbata
enfundados en apurados y urgentes trajes
alumbrados
mirando
por la ventanilla del bus avión tren barco
o cualquier carromato aquellos y aquellas
que saltaron la verja diplomática con excelente cueva
o bien que postularon el 504
fueron expulsados
o consiguieron beca
o contrato de trabajo
o el partido los mandó a otras tareas
y miraron por última vez
con necesaria nostalgia
una brizna de pasto
un copo de nieve a miles de metros
una ola que revienta feroz y milenaria
y así murieron un poco
silenciosamente
a esa hora.
O esos Otros u Otras
que supieron por las informaciones de mediodía
o en un periódico vespertino
entre avisos de objetos perdidos defunciones y pronósticos del tiempo
que las calles de Santiago
estaban hechas una epilepsia de balazos
y quisieron volver
pasándose la mano nerviosamente por el cabello
pero ya era demasiado tarde.
Esos Chilenos y Chilenas
que llegaron a extraña tierra o continente
en donde otras fueron las horas
otros los ardores que amaron
otras las calles que desandaron
otros los hijos que procrearon y que hoy
en otro idioma piden las mismas cosas.
Aquellos que en Costa Rica
Australia
o Unión Soviética
cocinaron empanadas recolectando fondos por la causa
tocaron la guitarra por la causa
intervinieron en extraño idioma por la causa
recibieron al que llegaba del país por la causa
enseñaron español a los hijos por la causa
o también lo enseñaron a alguna extranjera más o menos
por la causa y otras cosas.
Aquellos Chilenos
que con sus Chilenas y Chilenitos
se arrimaron a otra curvatura del planeta
durmiendo cuando su horario era de día
y levantándose cuando su original país estaba durmiendo
esas Chilensis Familiae
que reciban cada semana con emoción la carta de la abuela
la cual habla de las primeras uvas del parrón
el último achaque
o algunas otras cosas entrelíneas.
Y esos Otros u Otras
que como aves dejaron el país
dueños solamente de sus patas y su buche
más cuatro o cinco plumas personales
y afuera
cabalgaron otro sudor distinto al de su sábado
y fueron otros ojos otra boca otro pecho el que besaron
y fueron otros chistes los que hicieron luego de hacer el amor o la nostalgia
y construyeron nidos y tuvieron hijos
que bautizaron Salvador seguramente
Pablo Marta Víctor
y que hoy en otra lengua almuerzo y tacto
hacen su vida.
Aquellas y Aquellos
de helados pies recién llegados
que se transformaron en activistas
con diapositivas del Estadio Nacional y La Moneda humeante
más un charango errante
los que hicieron poemas y mítines
los que en Asia u Oceanía pusieron guion al final de cada frase
los que en Austria integraron la Clase Obrera junto a turcos griegos y otros emigrantes
los que cantaron en alguna estación del metro
en Londres París o Estocolmo
los que se botaron en huelga de hambre en Liverpool
o en Irlanda encontraron un lejano pariente de O´higgins
los que desfilaron en Washington
los que promovieron Quilapayún en Argelia
los que no menciona esta tendencia de poema
los que vendieron libros en Guayaquil
o en Cuba perdieron el acento
se hicieron magos en Ontario
criaron cerdos en una Yankee Farm
o pololearon con una canuta en Buenos Aires.
Todos esos
que se dedicaron a los más variados oficios
que tuvieron las más extrañas actitudes
que su sibarita o calentona época de cuando en vez tuvieron
sin pasar a mayores
ni a distintas situaciones
como las meditaciones revolucionarias y otras boludeces.
Todos esos
que aprendieron idiomas útiles o inútiles
que encendieron Radio Moscú o Berlín Internacional
renovando diariamente el diariamente el cordón umbilical luego de trashumar
esos
que agarraron con mina o mino el descueve
pero
por sobre todo
mantuvieron en el bolsillo
una anónima moneda chilena
un poema de Neruda
una foto de alguien muy querido
y la militancia en el Partido
pagando sus cotizaciones
en francos
dólares
rublos
coronas
liras
marcos
bolívares
pesos pesetas
o libras esterlinas.
Aquellas o aquellos
que arrugas y canas y cansancio le nacieron
a la par que la edad se les alargaba
o bien esos otros u otras
que salieron siendo inocentes de su propia inocencia
y hoy solo recuerdan dos o tres cosas sustantivas
sorprendiéndoles afuera de su origen o crisol
el crecimiento de senos o bigotes tal vez
esos aún más pequeños
que salieron siendo fetos o fueron
made in en el extranjero
también
con todos sus accidentes de tiempo transcurrido.
Todos esos
están llamados a volver Ahora
urgidos a volver Ahora
demandados a volver Ahora
voceados
requeridos
claveteados
amarrados
y remachados a volver
HOY DIA MISMO
por la firmeza de sus dientes o deseos tienen que volver
son urgentemente necesitados por la Cordillera
de Los Andes y/o el Océano Pacífico
deben contemplar siquiera
la geografía de su matriz compadre
usar lo mineral de la palabra
tienen un lugar
junto a la mujer cuyo hombre
desde hace tres o cuatro años
es una fotografía
de Los Andes y/o el Océano Pacífico
un aroma que todo lo revuelve
una flor
un recuerdo combativo
tienen un lugar
junto a la espalda apaleada de
Basualto Ramírez Fuenzalida Mora y Murúa
tienen un lugar
con Curapil luego de la cárcel y la tortura cantando en una peña
un lugar a la salida de la fábrica
con Saavedra hablando alto rojo y transpirando
tienen un espacio
para también utilizarlo contra los dueños del país
desde un septiembre que nunca será septiembre
por la cantidad de arañas que subieron por los brazos de la patria
están llamados
a fortalecer sus huesos
reedificar sus sonrisas
tomarse de las manos
y como el agua que sube a hacerse nube
volver a la tierra
hechos lluvia torrencial
barriendo todo
absolutamente todo.
(Publicado originalmente bajo el pseudónimo Ricardo Hueñi)
DE: Araucaria de Chile N°8 – Madrid, 1979




