Poesía chilena actual | Doce poemas de Miguel Faúndez

Selección de Poemas

 

 

OCÉANO

 

Me abrazo de marea atrabiliaria

En este paralelo.

Humedad de sardina

Y lobo errante.

Estoy enfermo de parecerme a los océanos,

Al mar Pacífico

Que arrastra catedrales en su espejo

Y derrumba la noción del día

En una casa alta

Como un puente.

Estoy enfermo de ser tan azul.

De vomitar arena entre los faros,

De apaciguar los peces indecisos

Que irán a morder

Cualquier anzuelo.

Y es que,

Aparte de lavarme con salmuera,

Respiro algas cortadas,

Moluscos sin edad

Y rocas que dibujan las ciudades

De la muerte.

¡Me estoy muriendo de

Mares desatados.

Anfitrión de los barcos

Mercantiles,

De las lunas paradas

En el cielo

Y tantos capitanes!

 

 

 

VISIÓN DESDE LOS CERROS

 

Veo Valparaíso en mi memoria.

Saturno suelto que pide

Ventilación bajo la lluvia.

Los cerros han bebido todo el día

Y, saciados al fin,

Arrojan el agua de sus lindes.

Cayendo, tropezando,

Los hilos se procuran verticales

Que apacienten su fuga

Sin itinerario.

 

El puerto me despierta

Las tazas de té

Con aroma de mar

Y caserío.

Un ancho cascarón de soledades

Remolca las chalupas

En la lluvia.

 

Soledad de las redes

Y del hombre.

Soledad de la mesa

Y la cocina.

 

Los árboles,

Oscuros,

En los cerros

Cimbrean

Como abrigos de polvo

La ceniza.

 

¡Ceniza se hace el corazón

En esta noche.

Ceniza la memoria

Que quiere retorcer

Un largo grito!

 

 

 

SÓLO UNA CIUDAD

 

La ciudad gitana

Que dice la hora

En un reloj de flores

Invitando al mar

Que la corteja.

 

Ciudad de playas y veleros

Nacida de la uva,

Los trenes y el azúcar.

La más bella que me viera

En mis días de niño

Y eucaliptos.

 

Transita entre

Avenidas de lujo

Y hambre.

Con ventanas de cristal

Y ranchos sin camino.

 

La madre de jardines,

Tutelar de cerros

Como catedrales

Bizantinas.

Bizantina de gentes

Y banderas.

 

La ciudad recién amanecida.

Amazona dorada

Donde venden manzanas y algodones,

Y las plazas

Ofrecen a sus jóvenes más bellos.

 

La ciudad iconoclasta

De ocio y vacaciones.

De lujuria callada

Y proxenetas.

 

La próxima al paraíso

Que vive esperando

La señal de la cruz,

El ángelus y los maitines

Para abrirse reflejo

En los dedos de Cristo.

 

La que no fue maldita

Porque no escuchó la trompeta

Entre el tráfago de vajillas de plata,

Cristales de Bohemia

Y estruendosos trasatlánticos

Que se iban y volvían.

 

De: Memorial de Argonautas

 

 

 

ALAS

 

He pensado que no me importa

Que mueras esta noche.

Que reviente tu corazón

Como una estrella,

Lejos del mar.

Y los pájaros olviden su dulzura

Su pensamiento musical sobre las naves.

He pensado que no seré capaz

De llorar contigo, por ti

Como una lucha de invasores

Abriendo continentes:

Estrategias anónimas

En el ciclo del mundo.

Ni que podré velar las últimas entregas

Por no dormirme luego.

Ni presentir tus ojos

En mariposas verdes.

He pensado que quedaré en las islas

Próximas al ruido

En los jardines de mantel

Donde cae la fruta.

Mientras tú me quisieras

En un rasgón de puerto

Con lloviznas heladas

Y entregándome al frío

De los muchos objetos

Mantenidos al margen

De tu boca.

He pensado que no seré feliz.

Incluso que la tarde se reñirá conmigo

Trayendo tu abedul en los amantes.

Y en el sombrero de los montes

Cuando se hagan pedazos las hojas

Que no seré columpio de avellanos

Ni el cabrestante tibio

De otras veces.

Porque todavía no me libro

De tus alas.

 

 

 

PINOS

 

He pensado en ti

Y he dicho

“Ahora, en este instante,

Los pinos efluyen

Sus agujas

Con pétalos redondos,

Rutilantes,

Al borde de los techos.

Se erigen en pasajes

De tiniebla,

Casi solos,

Comunes al martirio

De la noche.

Y en ellos

(Escalera sin tráfico)

No subo a proponerle

Ni a decirle:

Aquí estamos los dos,

En ese zócalo.

En esa ruta

De lanzas y navíos;

En esa aguja tenue

Que incorpora a la luna

Y la hace tira.

Aquí estamos los dos,

En esa gota

Dispuesta a reventar

Y exterminarnos”.

 

 

 

NOCHE ENCENDIDA

 

Anoche

En los últimos balcones

De la isla

Te dije que trajeras mi revólver

Y con él

Las flechas de abedul

Que guardaron los nuestros

En aquellas vitrinas

Del olvido.

Y me trajiste luces de bengala,

Estridencias de sol,

Filamentos rojos

Que no ayudan a morir

Ni a esconderse

Como bulbos de amapola.

Entonces no tuve más remedio

Que amar los reflectores,

Los dorados matices,

Las brillantes coronas

Que repetían tus ojos.

Tus ojos como una

Nueva York alucinada,

Llevándome a una vida

De contusos.

 

Y amé tu pretensión de alcobas

Al borde del abismo

Como un naufragio

De barcas sin muelle

En los mares sin nadie.

Embriagado de reflectores

Y somníferos.

 

De: De Lunas y Centauros

 

 

 

EXTRAÑA EXALTACIÓN

 

Si te llamara

Quebraría los cristales

Del hielo

Y la quietud

Del lago transparente

Retenido entre arbustos

Y aves migratorias.

También

Calaría

En la curiosidad

De la gente

Que toma su café

O promete

No volver a verse.

Hablando sin razón

Por temor al vacío

O a que el alma

Les quede tiritando.

 

Y si te hablara

El mundo soltaría

Su guillotina

De hojas

Para enterrarme vivo

Con los más penitentes.

 

Debo callar y verte,

Nada más.

Debo sentir

Y ahogarme en este trance

De extraña exaltación,

De pena y gozo.

 

Debo, por fin,

Volver a mi ciudad

Lejana

Donde estarás conmigo

Sin restricción,

Sin tiempo.

 

 

 

DELIRIO

 

Mi corazón te espera aún

En su ensenada.

Lleno de sol lunar,

De estrella y nave.

Sabe que si vendrás

La tierra se abre

En lenta flor de espuma

Hacia su viaje

De mariposa y fruto,

De polen y álgebra.

 

Mi corazón te espera aún

En su delirio.

Loco con su vaivén,

Su ritmo cándido.

Su manifiesta ensoñación

De pez granate.

Y yo le guardo el silencio

Para que sienta

La eternidad entera

Si no derrama su gracia

Nunca el milagro.

 

 

 

MANCHADOS DE PAÍS

 

A veces quiero

Desenredar

La cuerda larga

De estos zarpazos

Que el tiempo nombra

Entre fases lunares

Solsticios

Y equinoccios.

Y tener tu boca,

Tus huestes todas.

Tu hermosura de mar

O de montaña.

Y beberme contigo

Un café

Adonde el sol se cae

Sin incorporarse.

Estamos manchados

De país,

De sombra ancestral,

De un sur

Que nos gobierna

Y nos persigue

A lo ancho del clima

Y la tormenta.

En cada labio un beso

Y un adiós.

Como el dibujo de dunas

En un oasis falso

Y quejumbroso.

 

 

 

HORARIO

 

Es tarde.

La hora del reloj no se detiene

Ni la escarcha.

Sólo quisiera amar

Una vez más. 

Pero este nudo ciego, 

Que me ahorca, 

Saborea su delicia.

 

La última paloma

De las seis

Fue muerta

Por un agrio cazador.

 

Saldré a la calle.

Tal vez me espere

Una campana,

O el péndulo

De alguna catedral

Para decirme

Que el mundo

Cumplió con su tarea.

 

De: Poemas del Sur

 

 

 

MUSEO DE LA REVOLUCIÓN

 

Gran pastel imperial

Tendido sobre un prado

Por donde suben las columnas,

Las puertas y ventanas

Organizadas con retórica.

Balaustradas y escaleras

De mármol

Adornadas con cerámicas

Chinas.

 

El salón de los espejos

(Avenidas de visión)

Millonizando las presencias

Hasta no perderse

En los retratos.

Lámparas que lagrimean

Cristal,

Pendiendo

De escenas mitológicas

Y mamposterías doradas.

 

La sala de los gobernadores

Labrada entre terciopelos

Y caobas.

Bustos históricos.

Banderas de países

Donde posa el turista

Junto al torso de Martí.

El gran ojo de la cúpula

Atravesado por cuchilladas

De luz.

Maravillosa luz cubana

Que transgrede al sol.

El alma tiene su sitio

En esa esfera:

Obra de ángeles o iniciados,

Audaces sabedores

De geometrías celestes.

Porque un hombre no puede

Con su sola finitud

Tanta perfección.

 

El arte se ha parado

En su apogeo

Juntando todos sus brazos

Para extender al futuro.

 

Pedazo de grandeza

 Y de primicia

En estucado pletórico

Y mayestático

Con misceláneos objetos

De atemporales riquezas.

 

Afuera, la ciudad

Revuelta entre botones

Con onomásticos

De revolución.

 

 

 

IGLESIAS CUBANAS

 

Eclécticas iglesias

De Cuba.

La primera bocanada

Del nuevo mundo

Que, por ser nuevo,

Fustigara en la hoguera

Por Biblias

Malentendidas

Y catecismos

De fuego y sangre.

 

Torres en pináculo

Hacia el cielo.

Cúpulas posadas

Como lentos flotadores

De gracia.

Murallones de piedra

Carcomida

Y labrada con

Manos de diligentes

Esclavos.

Clavos de Cristo

Esparcidos

Por vigas, calles y techos.

 

Iglesias compartidas

Entre los evangelios

Y la Regla de Ocha.

Entre el sermón

Del sacerdote

Y los Babalaos.

La isla vive

Entre el Dios

De los civilizadores

Y la progenie africana

De Babalú Ayé

Y Changó.

Entre suertes de un cielo

De turquesas

Y otro restringido por

El manto

De oblaciones y ofrendas.

 

Equilibrio de santos

Consagrados

Y estatuaria radical

De vernácula existencia.

Palabra de Dios

Y Yoruba.

 

Entrecruzamiento de raíces

Aún fieles.

Creyentes con edad

Y sin edad.

Seguidores con tiempo

Y sin tiempo.

 

La isla vive su cristianismo

Bilingüe o trilingüe,

Que se rio del Génesis.

 

De: Estrofas para Cuba

 

 

 

__________________

Miguel Faúndez Rojas (Viña del Mar, 1961). Estudió Pedagogía en Artes Plásticas en la USACH. Desde ese momento comenzó a participar del taller literario impartido por la universidad, teniendo como profesores a don Carlos Ruiz Tagle y la señora Amalia Rendic. En 1981 aparecen publicados 5 poemas de su autoría en la "Revista de Santiago", dirigida por don Carlos Ruiz Tagle. En 1983 aparecen otros poemas suyos en publicación del taller literario USACH. En 1985 participa del Encuentro de escritores de la USACH, lectura y conversatorio literario que dio paso a una publicación de todos los participantes, bajo la imprenta de la USACH. Durante 2023 ha publicado los siguientes libros: Memorial de Argonautas, De Lunas y Centauros, Poemas del Sur, Estrofas para Cuba, Breviario (todos por medio de la Editorial mybookselling.online, Salamanca, España); así como Travesía III (narrativa) y Antología de la Ausencia (ambos distribuidos por Amazon, Medellín, Colombia). 

 

 

 

Comentarios
Compartir: