Marcelo Sepúlveda Ríos

Testigo ocular | Agustín Zumaeta Basualto

Nacido 1920 en Gultro, Rancagua, Agustín Zumaeta Basualto -el último de “Los Inútiles”- desarrolla su poesía siguiendo una línea seminarista, religiosa, creando versos emplazados en un ambiente provinciano, cotidiano, nostálgico, que no dejan de lado la reflexión sobre la escritura ni el aspecto político, mostrando un alto sentido de la injusticia. Publicó en vida un único libro, “No se ha extinguido el sol” (1991), conservando su familia, además, cientos de poemas inéditos, algunos de los cuales se incluyen en la presente selección. Agustín Zumaeta falleció en 2010, viviendo en la comuna de San Bernardo.     A ROBERTO PARADA                   Una vez más caemos a la muerte  sin término; pero este hombre tan alto,  tan potente, tan duro, que parecía hecho de sustancias  de roble, cayó hace muchos días bajo  el filo salvaje del hachazo cobarde  que le taló a su hijo.   Ahora ya las cosas son sin remedio. Se condena a los reos comunistas para siempre al infierno. ¡Y el cielo está de par en par abierto para sus asesinos!   No es justo, es imposible,  no lo acepto. No puede ser. No es bueno que los hombres  de abrazo libre  y corazón fraterno sean proscritos  de la tierra madre por concebir  el aire y la estatura sin ajustarse al último decreto del que reparte  el pan discriminado.   Ahora estoy llorando hasta  la sombra volviéndome a los puntos cardinales preguntando a los cielos y a la tierra la razón de esta sinrazón horrenda de que esta voz que embalsamaba el aire con su recia ternura  haya tenido que salir a buscar  lejos de Chile la almohada de su muerte.     LA FUGA   Mis hermanos duermen.  Son la pena dentro de la cárcel. Mis hermanos duermen.  Su conciencia cesa de enrostrar delitos. Mis hermanos duermen.  Los legisladores establecen leyes. Mis hermanos duermen.  Sólo un centinela atrapado en su torre. Mis hermanos duermen. En sueños se evaden saltando los muros. Mis hermanos duermen. No queda uno solo en la cárcel.      ORDEN   Habría que haber puesto orden a tiempo, haber trazado  las líneas divisorias, las enérgicas  alambradas de púa.   Me decían  que era posible que me arrepintiera  de que la casa echara sombra, de que el árbol produjera sus hojas anualmente, que era posible que me arrepintiera de tener cinco dedos  en la mano.   Y yo me arrepentía del crepúsculo; pero el crepúsculo era. Y yo me arrepentía de la casa; pero la casa era y de la mano  y de sus cinco dedos, y de la rueda y de la superficie inclinada en pendiente  ¡todo era! Y sigo arrepintiéndome  del mar y las montañas, de los árboles, y del ladrido concertado y múltiple  de los perros heridos por la luna  que ahí están  ¡y me muerden!      EXTRAÑO   Me desconocen los que fueron míos. Soy uno que pasó. Ni aún mi nombre ha quedado en su voz. De su memoria ha quedado  barrido para siempre, más extraño que nunca,  me mantengo a distancia del viento y la marea; y mientras los que bullen a mi lado corren, gritan, aúllan, gesticulan, trepan por escaleras, se encaraman para alcanzar el vuelo de las nubes yo me mantengo hermético,  callado, ausente, esquivo,  extraño como nunca, mientras la soledad irreductible clava en mi libertad su aguda lanza.     ARISTAS   De repente me dicen  los que saben que yo no sé, que yo no entiendo, que ando perpetuamente equivocado, que niego que haya rosas de cemento en el bolsillo, que arden con la dureza firme  de sus pétalos, que abren su dura maravilla bajo un árbol, junto a una casucha de madera, tanto por la mañana como ahora en el atardecer de las arterias.   Tengo que confesar, hermanos míos, no haberlas visto nunca, ni haber tenido ante mis ojos una de estas rosas tan útiles, tan duras, tan necesarias para la paz del alma y sus confines, tan imperiosas para el horizonte que nos aguarda  en una enredadera que desistió de su costumbre de anudarse a un balcón, a una ventana que ya debiera estar definitivamente cerrada.   Yo no la he visto; pero existe y siento  que me es estrictamente necesaria     ARTE POÉTICA   Me he pasado la vida lleno  de miedo por la luz imperfecta. No, esto no anda y menos se remonta. Los que han presenciado mis intentos de marcha, me alientan a que siga. Y algunos, unos pocos me han visto haciendo esfuerzos con las alas, me dicen que eso es vuelo que, hendiendo las nubes, alcanza las estrellas. Pero yo no les creo.   Me quedo en esta duda: me propongo ensayar otra vez y, a mi juicio, o a mi mal juicio,  que eso es punto dudoso, no resulta el intento.   La palabra no prende. La lámpara no inunda  de resplandor el sueño. El cielo permanece infranqueable para mi corta brisa.   En el silencio, es cierto,  la palabra exacta, la palabra está llena  de resplandores mágicos; algo como un ritmo inédito que me mece entre sus brazos, los querubines surcan los cielos infranqueables; el alba está más pura que el rocío recién editado.   Pero ocurre solo en el silencio. Cuando hablo, caigo a la tierra.     ÓRDENES    Una palabra y otra palabra me dicen: «Cántame» y yo las canto; una palabra y otra palabra  me dicen: «Lárgame» y yo las largo; una palabra y otra palabra  me dicen: «Túmbame» y yo las tumbo; una palabra y otra palabra  me dicen: «Rézame» y yo las rezo; una palabra y otra palabra  me dicen: «Cántaro» y yo las quiebro; una palabra y otra palabra…   Cruzan las sílabas por mis ojos; cruzan las sílabas por mis manos; cruzan las sílabas por mis dientes; cruzan las sílabas las palabras.   Y así me pasó días de días en este juego sin reticencia, en ese juego sin consistencia, en este juego sin más violencia,

Testigo ocular | Juan Cristóbal Romero

Poeta y traductor nacido en Santiago de Chile (1974). Ha desarrollado su trabajo poético mediante un variado manejo de recursos y estilos, desde sonetos y décimas hasta el verso libre. En su último libro, “Apuntes para una Historia de la Dictadura Cívico-Militar” (Ediciones Tácitas, 2020), da un giro hacia la realidad, mostrándonos datos precisos y crueles acerca del gobierno autoritario que liderara Augusto Pinochet. Un aporte, sin duda, a la memoria de las futuras generaciones.   APUNTES PARA UNA HISTORIA DE LA DICTADURA CÍVICO-MILITAR (Fragmentos)   Todo lo hicimos bien. Manuel Contreras   Durante su exilio en Buenos Aires, el general Carlos Prats trabajó a jornada completa en una distribuidora de neumáticos.   El asesinato de Orlando Letelier fue el primer atentado terrorista cometido por un Gobierno extranjero en la capital de Estados Unidos.   Siendo niño, Augusto Pinochet sufrió un atropello que casi le cuesta la amputación de su pierna izquierda.   Con profunda y patriótica emoción, tengo el honor de poner en manos de esta honorable Junta mi anillo pastoral con el fin de contribuir modestamente a la obra de reconstrucción de Chile. Escribió el obispo de La Serena, Alfredo Cifuentes.   Rodrigo Rojas fue quemado vivo a los 19 años.   «¿Conoce usted a Bobby Ackermann?» es el título del relato con que Mariana Callejas ganó el primer concurso de cuentos organizado por El Mercurio.   Por qué no había entregado los cuerpos de los ejecutados a sus familiares, le preguntaron a Joaquín Lagos, y el general respondió: Yo quería armarlos, por lo menos dejarlos en una forma humana.   Armando Fernández Larios era adicto a la cocaína.   Kenneth Enyart. Identidad con que Michael Townley viajaba a sus misiones encubiertas. El tío Kenny.   El sacerdote Miguel Woodward murió en las bodegas de la Esmeralda tras doce horas de tortura.   Sergio Melnick le leía el tarot a Lucía Hiriart.   Con la indemnización que obtuvo tras ser despedido de la Dirinco, Tucapel Jiménez compró un taxi Datsun 150Y en cuyo interior fue asesinado un año más tarde.   El verdadero Kenneth Enyart era cliente de un taller de autos en Miami donde Michael Townley trabajaba.   Marcelo Moren Brito ahorcó con un alambre a su propio sobrino.   Matemáticas 3,0 Redacción 4,6 Condiciones de mando 7,0 Calificaciones del subalférez Augusto Pinochet.   La policía argentina olvidó una pierna de la esposa de Carlos Prats entre la chatarra del coche bomba.   Un Fiat 125 gris.   Germán Barriga se suicidó a los 60 años, lanzándose desde el piso dieciocho de su edificio.   El coronel Germán Barriga. Jefe de la Brigada Delfín de la Dina. Quien hasta antes de su muerte se desempeñaba como guardia de seguridad en los supermercados Líder.   No hay mejor manera de librarse de un indeseable que con una gota de estafilococo dorado. Aseguró Eugenio Berríos.   Eduardo Frei Montalva presentó exposición a talio y gas mostaza en los tres meses previos a su fallecimiento. Se lee en el fallo del juez Alejandro Madrid.   Manuel Contreras se graduó de la Academia de Guerra con las mejores calificaciones de su promoción.   Augusto Pinochet logró matricularse en la Escuela Militar tras dos intentos fallidos.   ¿Cuántas puntas tiene una cruz?, preguntó a gritos el oficial de Marina que interrogaba a Miguel Woodward, y el sacerdote respondió: Cuatro. Entonces, cuatro culatazos.      Fernando Léniz fue el primer civil en ser ministro del régimen.   Fernando Léniz. Quien hasta antes del golpe era presidente de El Mercurio   Víctor Jara murió por múltiples heridas de bala, que suman 44 orificios de entrada de proyectil con 32 de salida.   Ronni Moffitt murió por una pequeña esquirla de metal que le rompió la carótida.   Ronni Moffitt. La secretaria de Orlando Letelier.   El padre de Lucía Hiriart fue nombrado ministro del interior por Juan Antonio Ríos. Debió abandonar abruptamente el cargo debido a un incidente protagonizado por su esposa: Lucía Rodríguez se negó a pagar un parte impuesto por un carabinero, invocando el nombre de su marido.   Pablo Neruda murió doce días después del golpe.   Estaban parados en medio del camino de Quilicura, haciendo dedo. Pero nadie paraba. Todos les hacían el quite cuando veían sus caras quemadas como máscaras de monstruo. Dijo un testigo que prestó auxilio a Rodrigo Rojas y Carmen Gloria Quintana.   Me acerqué, el joven me tomó el brazo y yo lo retiré, porque de sus dedos salía algo como aceite. Agregó el declarante.   El general Contreras y Pinochet se reunían a tomar desayuno todos los días a las 7.30 de la mañana.   Andrés Chadwick fue partidario de Allende.   Tucapel Jiménez fue partidario del golpe.   La delatora de Miguel Enríquez, Marcia Merino, fue torturada por Osvaldo Romo. La Flaca Alejandra.   Eran mis compañeros o yo. Confesó el Fanta.   El general Gustavo Leigh quedó tuerto tras recibir un disparo en el ojo derecho.   A Osvaldo Romo le amputaron la pierna derecha   En los días siguientes al golpe, varios trabajadores de la CMPC fueron asesinados por carabineros. Para trasladar a las víctimas, los uniformados utilizaron un jeep y un bus provistos por la empresa.   Ricardo Claro puso a disposición de la Armada los buques Maipo y Lebu para detención y transporte de prisioneros.   Entre 1976 y 1980, más de dos millones de televisores ingresaron a Chile.   Entre 1973 y 1989 salieron 280.000 exiliados.   Amontonados como sacos en la bodega del buque carguero Maipo, yo abrazaba el dolor de un otro. Dice un poema de Raúl Zurita.   A Salvador, de su compañero de armas, Fidel Castro. Dice la dedicatoria escrita en bronce sobre la empuñadura del fusil con que se disparó Allende.   Fascistas italianos, terroristas croatas, cubanos anticastristas y hasta la policía secreta del Sha de Irán fueron contactados por Contreras para actuar contra los opositores de la Junta en el país en que estuvieran.   El entrenamiento de los primeros reclutas

Testigo ocular | Juvencio Valle

Juvencio Valle nació en 1900, en Villa Almagro, región de la Araucanía, falleciendo en 1999 en Santiago de Chile. Compañero de liceo de Neruda en Temuco, los límites de la poesía de este “poeta mayor de los bosques chilenos”, como se le ha dado en llamar, pareciesen no extenderse más allá del paisaje sureño, de la naturaleza, de sus situados anclajes y las figuras mitológicas que el poeta inscribe en estos escenarios. Sus versos, sin embargo, recogen también otros sonidos, otras pulsaciones, pues entre el follaje surge la humanidad, la voz del habitante que vive y respira en ese territorio aún pobre y maravilloso. Casi hace cien años, en 1929, Juvencio Valle publicó “La flauta del hombre pan”, su primer poemario. AGUA PROFUNDA Tengo melancolía. Es silenciosa y tibia: de claridad y hondura estoy herido. Pienso en mi padre: es alto como el trigo, fuerte como un David en la colina. Pienso en mi madre: como un rosal es ella (florece en mi corazón su rosalía); cultiva flores y borda en su pañuelo monogramas que tienen mi corazón asido. En mis hermanas pienso. Así me digo: bella rosa del alba, clara luz de este día, susurradora estela, tránsito de mi vida: todas en mi corazón están conmigo. Mis hermanos son libres como el agua. Van por la vida con su ardiente sino; gustan palpar la tierra, oler la hierba, y en vez del oro manejar el lirio. Torno a mi infancia. Veo un campo abierto, un alba en ciernes, un insinuado ritmo. Vuelvo a mi infancia, siento un clima de oro; todo un vívido mundo está conmigo. Hacia adentro me miro: la belleza me duele, que desde raíz a copa sufro y vivo. Todo me toca en pleno, todo viene a golpear en mi corazón: estoy herido. BOSQUE ¿Con qué llave de cábala han de abrirse tus arcas? ¿Con qué piedra de gracias habré de golpearme el pecho para que al fin se me abran como flores tus puertas? ¡Oh majestuoso duende de la barba florida! Aquí estoy de aventura, pero nada he resuelto. Tantos signos me mienten. La centella, la aurora; mis pasiones tan vivas, el diablo del laberinto y esta duda de afuera como piedra y esfinge. Aquí estoy de aventura, pero nada poseo. Ni el caballo que tiene la herradura de vidrio, ni la cota de mallas para cambiar de cara, ni la espada que canta como un lirio en el aire. ¿Cuál será la medida de tu sésamo ábrete? ¿cuál la cisterna húmeda, pura como una polca? Ya, comadre cigüeña, baje del campanario, eche su cuello al viento, baraje como una mula. Calzado con mis virtuosas espuelitas de cobre corta se nos haría la estación de la luna. Y linda princesa mía, cómo estarás llorando porque tu estrella triste se tumbó a la deriva. Mas yo seré el que conquiste tu castillo de naipes, el que te sigue el pecho con su ramo de olivo. Y pobre del dragón verde que está echado en el césped gozándose en la doliente procesión de tus lágrimas. Yo le haré que se oville como un perro de lana hasta lamer el polvo de oro de tus sandalias. Aquí estoy de aventuras, y está todo resuelto. Yo seguiré mi norte, camino de la leyenda, hasta que un sabio golpe de mi hacha de viaje me haga llegar a siete estados bajo la tierra. El CANTARTE HA CONSTITUIDO MI OFICIO VERDADERO     Hace ya tanto tiempo que te describo y tanto que te canto en terrenal y divino; he sido para ti como un músico empecinado, he tocado tus arpas, y medallas y títulos te he prendido a lo ancho de la solapa.      Al evocarte creces más que el humo y eres como una iglesia de muchas torres; tañen en mi memoria tus altos campanarios, a tu arrimo se captan músicas gregorianas. De entre mis viejos amores sólo tú tienes para mi sed ardiente un incentivo mágico.      Te supuse un gigante de turbulenta barba, un monarca poseedor de incontables tesoros o el guardador celoso de un real paraíso. A través de los años siempre significaste el absoluto dueño que barajó a mi vista una sorprendente mitología para mi uso.      Y Pan con su peligrosa flauta incendiaria poblando tus galerías de líricos rumores, y en pos y remolino las múltiples deidades, peplos y cascos juntos, vírgenes y faunos: en una ardiente simbiosis de dientes y uvas, el germinal estremecimiento de la tierra.      Y es que a tu irresistible privilegio, loco desmesurado, agregué el sueño propio: aproximé mis lindes, sumé mi ínfima rama a tus gigantes árboles.                                    Unido a tu resaca no supe ser yo mismo, delimitar mi paso; de tanto irme contigo perdí mi señorío y como quien padece frío y busca el fuego me sumé a tus hogueras para quemarme. MI CHILE HORIZONTAL     MI Chile Horizontal horizontal y maternal, tendido;  hundido en tierra, florecido en pleno.  De largo a largo van tus terremotos,  de piedra en piedra tus ardientes nidos.      Eres duro, mi Chile, como un hueso,  descarnado y desnudo eres, mi Chile.  Te muerde el sol arriba,  el mar como una vaca azul te lame;  te lame las heridas,  la orilla carcomida.  El terrible lanzazo en el costado  con sal universal te lame.      Mi Chile vertebral, de mesa pobre,  cuna de oscuro mimbre,  pan de salobre miga,  abordaje y espada,  dentellada y salmuera;  de sur a norte van tus cabalgatas,  de abismo a cumbre tu delgada harina,  tus arañas colgantes,  tus viejas mordeduras.        El bramido de tus vacas flacas,  tus estrujadas ubres,  tus pesebres nocturnos, tus caballos  que el viento frío aguija;  tu solitaria viga  que el tiempo reverdece  de estación a canción toda la vida.        Por entre duros cúmulos de piedra  el amor te resbala,  te desliza su aceite bien

Testigo Ocular | Abel Sandoval Ormeño

Abel Sandoval Ormeño nace en la comuna de Laja, región del Bio Bio, en 1953. Inmersa en el entorno sureño, en su poesía se mezclan temas como la soledad, la naturaleza, la angustia social y existencial, así como la imagen de la mujer, siempre ausente, siempre presente, en versos escritos con rítmica sutileza y una capa de pesadumbre. En 1980 publicó “Arcoíris”, su primer libro. Selección de Poemas AÑO DOS MIL El tesoro antiguo viene alumbrando sobre mi silencio. Voy clavando mi espuela en el patio oscuro. Salto en las madrugadas Abandonando mi manto. Escucho caer el agua sobre las mentiras sembradas de esperanza. Veo los hombres el tiempo parece verde. (Siempre igual todos los años) En una rama lejana                 Canta un pájaro (Fruto del ingenio humano) El viento detuvo su andar el universo ruge las computadoras no responden el año dos mil cortó su rama blanca. HOY ES DÍA DE TEMPORAL Hoy es día de temporal       el viento arrecia    y el mar embravece, ambos hablan su idioma eterno       mezclando sus orígenes.                 En tanto yo camino en mi propio temporal         agotado por la pasión       que el amor desencadena     y me embriago de tu aroma        al recordar tu presencia.              Y soy un relámpago           en el horizonte de tus ojos persiguiéndote por sobre la tormenta,               tratando que tus ojos               despierten a los míos antes que la furia desatada me arrebate        y sea yo el eco profundo del amor.                    RETORNO  Cuando deje la existencia Vendrán a saludarme Aves de todos los plumajes Graznarán En la hora quebrantada Y andada la noche Disputarán honores en la comedia voy oliéndolos en mi aullido final y canto el aire se enrarece -todos duermen- yo los miro con la rabia impotente los vuelvo a mirar luego viene el sueño. FLOR DE TIERRA Todo está a flor de tierra ¡Claro, todo! Tus misteriosos dientes Tu vientre de bruta domesticada La vida Que galopa En la grupa del tiempo (Es medio día) en el templo cae el sol marcando misteriosos signos (El portero abre la puerta) alguien tropieza con la historia y descubre las redes curtidas por los vientos mordida por los peces todo está a flor de tierra ¡Claro, todo! Hasta los años De tu ausencia prolongada. QUIERO Quiero el consuelo de tu carne un beso de amor anhelo de tus labios una palabra minúscula que se abrace a las sombras en el libérame del ensueño anhelo el yo de las tardes que se abrazan en tus ojos quiero tus dedos salados en esta ausencia flotante donde los árboles de siempre se divinizan en el minúsculo tatuaje de tu sombra que palpita gozosa en mis brazos en este simulacro de oraciones donde tu parecido y el mío llenan de tibieza el arcén del crepúsculo luego existimos entre la realidad y la prueba humedecida de tus ojos. CUARTO RECINTO         Y todo yo fui sacudido por el estruendo nuevo,         nuevo tañer de las campanas, de los silencios que me nacieron en aquella hora de cuatro mil quince días  que se asoman por entre los recuerdos de tus piernas   que reposaban en mi cuarto adormecido de fragancia      fragancia de centinela- de tabaco- de mañío verde y así fui descorriendo el velo de tu pubis y descubrí tu sexo, sexo y nieves blancas de espejos azules en el espasmo, espasmo y sinceridad fueron uno a uno sucumbiendo junto al rítmico ametrallar del uno y dos y tres saltado… LA NOCHE                          La noche               con su sombrero negro           sale al encuentro de la luna         y yo con mi ropaje perfumado              cabalgo sobre la estación            suspendida en el último rayo                que tiñe de rojo y amarillo                     las puertas del cielo,                        en tanto, colgado                        de la última rama                           el pájaro trina                   su canción de despedida                  y el árbol que la sostiene              se sacude suave por el viento                     dejando caer sus hojas                             como la noche                           su negro sombrero                   sobre este rincón de la tierra.                   LA NOCHE CUAL DIOSA NEGRA La noche cual diosa negra       viene a consolarme           en este olvido donde desapareciste lejana               dejándome    con el deseo palpitante         como tu cabellera que flotaba al aire misterioso         allá en la distancia donde el mundo rumorea incesante               la palabra perdida            y yo subo de la noche   hasta los primeros rayos del alba para encontrarme iluminado en la esperanza  

Testigo ocular | Paz Molina Venegas

La poesía de Paz Molina Venegas (Santiago de Chile, 1945) se puede considerar como parte del guion esencial de los años ochenta, identificándose por ser crítica con un trasfondo en las asimetrías sociales tradicionales y los convencionalismos. Acompaña esta veta crítica con trazos intimistas, que dan cuenta de los miedos que surgen de la atmósfera atisbante de la poeta en cuestión. Su obra se inaugura en 1980 con la publicación de “Memorias de un pájaro asustado”, habiendo dado a conocer luego media docena de poemarios. SELECCIÓN DE POEMAS ACROBACIAS Hombres pequeñitos emergen de un vocabulario fastidioso armados hasta los dientes, proclamando signos pálidos que atemoricen al más incauto y hagan dichoso al oportuno que se haya conseguido un cuchillo con que apuñalar al ortodoxo. Conviene que cada uno coja su cuaderno de idolatría para cabalgar precisos en una cacería de erratas y aserruchar el violoncelo de la maestra que tirita de aburrimiento en un rincón del gimnasio. Es útil que convengamos en una clave de asuntos que resten importancia a las palabras y confieran vigencia al mediodía (impostor en cuclillas que permite la burla y convierte en alondra a la señora de peluquería) Es importante que acudan a nuestro campanario los aspirantes a poetas y los trapecistas cesantes. Haremos un certamen de acrobacias multifacéticas que cada uno se desnude y salte a su manera ver abalanzarse un torso dorado como una medalla hasta rozar peligrosamente con el muro luego esperar con calma a que se lance el más valiente despojado de todo contacto con enciclopedias y dispuesto a enmudecer para siempre si fuera preciso después de bautizar los retoños del escándalo. CONDICIÓN Y ALARIDO Y me ha dado la gana de ser libre de condición y de alarido al medio de la calle hurtado el cetro a la canalla oficialmente constituida en mí me hago presente Me vierto en mi dominio de lujoso desvarío virginal Productores ufanos de quimeras lánguidos sacristanes me devoran Me urjo a lo contrito y me doy vale de fracaso triunfalmente acosada sin menoscabo de lo simple me convierto en gimnasta me doy de golpes en el pecho me transformo en ventana                                        y me columpio TAN SOLAMENTE Yo rivalizo conmigo: No estoy a la altura de mi condición. Me topo con sorpresa contra mi propio yo. Me sucede que no canto como quisiera. Balbuceo y escucho una lejanía. Tímidamente me alzo en lluvia. Escojo, por no dejar, un nombre para darme. Y no me siento interpretada. Tan torpe como soy. Tan solamente. Tan única y tan ella y tan dolida. Y la gran carcajada que me gasto. Y las ganas de ser y de quebrarme. Rivalizo conmigo y esta pugna vagamente grosera me invalida las mejores gestiones amatorias. Y mi propio amor, mi boca para el beso mi discutible condición angélica se me van convirtiendo en impostura. VESPERTINO Qué pálido el reflejo de la conciencia en el comedor de los otros cuando anochece y no hay lumbre cuando anochece y no hay madre.   Así apenas la canción apenas el polvoriento afán del verbo en su escondrijo múltiple   A qué controvertir ya tantos soles A qué tanto amanecer y de rodillas   Sólo que me contuviese la alegría Sólo que la alegría me fecundase. HISTORIA DE ÁNGELES I Entonces fue que el ángel se acercó y dijo: tendrás sed de mi carne y vagarás hambriento. Luego, haciendo ondular su oscura cabellera se hundió en la incertidumbre de su concepto  Intentaba el ingenio comprender los alcances del ángel entre fiebre y bostezo, vagas contemplaciones; pertinaz, sin embargo, se enfrascaba en conciertos de incomprensible música, salvaje y presuntuosa. Tendrás sed de mi carne y vagarás hambriento. Y su cadera trascendió la condición humana. El Único, obstinado, doblegó el idioma y lo hizo parir la flecha. Quiso luego ejercitar su arco inconfesable. Premunido de un cóndor se dispuso a la barbarie. Y no logró más quietud que un deambular inédito por las inmediaciones del hastío. Quiso luego la forma, cogió su flecha, la cadera del ángel se apagaba a lo lejos hacia ella apuntó con intención diabólica y un alarido turbó la paz inadmisible. Tendrás sed de mi carne y vagarás hambriento dijo el Único al Ángel y lo ensartó en el infinito.  HISTORIA DE ÁNGELES II Yo quiero una mujer para apagar mis ansias, dijo el ángel, y un gesto obsceno le oscureció el semblante. Estoy harto de alas y miriñaques, ahora quiero deshonrar mi estirpe entumecida. Quiero unos pechos vastos, formidables en extensión incierta como pensamientos humanos; que se hundan en ellos mis torpes manos pudibundas. Mis antiguas plegarias han de ser besos y saliva. Quiero una inconfesable lujuria. Se subleva mi espíritu macilento mi espalda sudorosa se inclina sobre un cuerpo que parece ardorosa convulsión del infierno. Quiero un goce satánico dos piernas que agonicen de estertor y dos manos que perturben mi agónico sentido. No recuerden mis cánticos. Mis alas están yertas. Tan sólo quiero una mujer y su nefasta dulcedumbre. HISTORIA DE ÁNGELES III He pecado se dijo el ángel y una repentina oscuridad asomó a su mirada (antes sus ojos eran dos alondras) dos pájaros muertos se asomaron a sus ojos. He pecado y debo aguardar mi castigo. Mientras tanto cavaré una tumba para dos pájaros muertos.  HISTORIA DE ÁNGELES V No quiero tu castigo, Señor, apiádate No he de volver al mundo con este traje estúpido. Pisotearé mis alas de cartón. Escupiré la muselina barata de mi túnica. Arrojaré al infierno mi aureola plastificada. Y si has de llamarme nuevamente rebelde Quiero volver a la tierra como el más oscuro de tus hijos.  MOVIMIENTO Hay que mover la vida, hay que menearla como la cola de una lagartija. Hay que alzarla como un paraguas rojo. Hay que ensartarla en el tiempo como un puñal de oro. Y que huya la muerte con sus dientes de plástico que corra infeliz que sienta

Testigo ocular | Manuel Francisco Mesa Seco

Poeta, cuentista, dramaturgo, Manuel Francisco Mesa Seco nace en Constitución en agosto de 1925, falleciendo en un accidente automovilístico en 1991. La figura escritural de Mesa Seco es amplia, trazando un horizonte teológico que se fracciona ante la revelación a sus propias preguntas, adquiriendo una profundidad que emerge encubierta por la estela de simpleza del bosque provincial y maulino, constante y vasto territorio donde el autor, que en 1954 lanzara “Volantines”, su primer poemario, desarrolla y detiene su estética, reformulando incesantemente un giro armónico de sombras y luces. SELECCIÓN DE POEMAS UN RÍO, UNA MUJERYo viví junto a un río legendario, que estaba solo, derrotado y bello, y su sangre hermosa solitaria  y fuerte palpitó como estrella  en mi existencia. Fueron sus riberas los muelles  de mis sueños, y me desnudé en las valvas  de sus cuencas. En alegre niñez bebí en sus senos dos planetas de albahaca y yerbabuena, y cogí de sus jardines espumosos  Los lirios nocturnos de su cielo. Por su piel de algas y naufragios me tendí como el eco por los bosques. Después vino un día y otro día.  Más no la muerte todavía. Y yo como el agua penetre mi huerto sumergiéndome en la taciturna lejanía de su encanto. El río seguirá en su muerte inacabable, y yo lo buscaré bajo la tumba para darle a mi derrota su presencia. Ahora de paso, en las noches,  sobre un puente, como si besara los labios  de la amada, escucho su collar de piedras y el dolor de sus anclas en mi cuerpo EL RUIDO DE LA NOCHE. El ruido de la noche me contiene  con su dormido muro de violetas,  y adorna su crepúsculo mis sienes  con la agotada nieve de sus vetas. Desde una extraña puerta,  tú provienes  blandamente, alhajada de secretas  nebulosas, y el aire te sostiene  como un barco dormido en la caleta. Porque en tu inmenso vuelo  de misterios  conllevas la sonrisa de la sombra  y el cristalino son de todo humo. Sin embargo aquí estoy ante  tu imperio, dormido de nostalgia ante tu alfombra, y con ella, en la atmósfera me esfumo RECODO Por las dolientes aguas  de este río pasan ruinas  y mueren transparencias. Un poco de mi muerte  y mi existencia y el claro y turbio tiempo  que fue mío.   Van cristales llorando en lo sombrío. Calcinada la voz en tanta ausencia. Pasan vuelos, cenizas y querencias y una luz en profundo desvarío.   Brillan himnos lejanos y victorias, fragancias de galope y de estrellas y el cielo que brotaba en la honda noria.   Pasan lágrimas, besos y querellas. La vida que se apaga, transitoria por las oscuras aguas  que eran bellas PARED DE ADOBE. Prefiero ser pared de adobe vieja pared donde la yedra golpea sus oleajes. Donde el viento hace nidos  de remolinos pobres y los pájaros revolotean como si fuera un navío encallado. Pared antigua pero aún altiva. Prolongación de la tierra y llamas de rosas que habitan sus entrañas. Pared de adobe roa de ternura que se deshoja como un beso. Para quedar convertido  en suave ondulación  de tierra labio dispuesto a la palabra amable o al grito invencible  de las profundidades EN LA TUMBA DE UN PERRO. Si fiel y noble fuiste en la existencia  y llorada tu muerte como un niño,  esta tumba nos habla del cariño  con que el amo buscaba tu presencia. Ahora que el ladrido de tu ausencia  lame el mármol y el viento  con sus piños  de hojarasca te busca, yo desciño  mi lira en el jardín de tu querencia. Dichoso tú, que duermes en el cielo  de humana gratitud y así dichoso  el recuerdo que consagró tu duelo. Esperarás en el silencio umbroso  que venga el amo a compartir  tu suelo  y así será completo tu reposo DESEO Toca Cristo este silencio que está ciego. Yo vivo en él y que tu mano  lo levante. La eternidad sobrevive tal vez en mis vestigios. En lo alto y lo profundo no termino de establecer moradas. Dios antigua lanza fue mi ayer. Fui yo mismo un cordero  del desierto perdido  en el tormento de mi raza. OBRAS (POESÍA)   Volantines (1954) Páginas a una novia (1955) El árbol de la vida (1956) Brújula celeste (1957) Atmósfera (1960) Carro de fuego (1961) Mundo vecino (1965) Sonetos alfabéticos (1967) Prolongando el río (1967) Versos lúdicos (1970) Dos puntas tiene el camino (1971) Ciudad del poeta (1973) Ruinas y transparencias (1978) Adoraciones (1979) Armaduras (1982) Río revuelto (1982) Fuiste al cerro, viste al león, le tuviste miedo (1988) Responsos (1990)