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Retrovisor | Carver parodia a Bukowski

«El texto resalta la fanfarronería, las obsesiones sexuales, el amor a la cerveza, el egocentrismo exacerbado, así como el constante desprecio de Bukowski a sus colegas escritores, al mundo académico y al mismo Carver, a quien, según Diana Smith, trató de “profesor” durante todo el encuentro, negándole así su calidad de poeta o narrador.» En 1972, en la Universidad de California en Santa Cruz, EEUU, el poeta y narrador norteamericano Raymond Carver (1938 – 1988), quien por aquella época se desempeñaba como docente en la institución educativa, organizó un ciclo de lecturas en las que se presentaron escritores cuyas obras resultaban significativas al autor de Tres rosas amarillas. En una de ellas el invitado fue el también poeta y narrador gringo de origen alemán Charles Bukowski (1920 – 1994), escritor admirado por Carver durante su juventud. El encuentro entre estos dos exponentes de lo que se ha denominado como “realismo sucio” –y también connotados alcohólicos– tuvo dos momentos. El primero fue la lectura propiamente tal, en el campus universitario, a la que Bukowski, siempre histriónico, se presentó “vistiendo lo que parecía una chaqueta de traje de segunda mano y blandiendo una botella de licor como si fuera una espada (o un escudo)”, según recuerda Diana Smith, una ex alumna de Carver y actual escritora, quien se refiere al tema en un artículo de Los Angeles Review of Books de 2020.  La lectura transcurrió de manera normal, sin sobresaltos. El desmadre bukowskiano –inevitable– vino después, durante la celebración, que se llevó a efecto en el departamento que Diana Smith compartía junto a su novio, el poeta Tom Maderos, dado que Carver, con pocas horas en la universidad, “no tenía los medios para organizar nada”. Al inicio del carrete, sentado sobre una cama “como un Buda malicioso”, Bukowski se dedicó a fumar y a beber mientras ninguneaba a los demás asistentes, la mayoría poetas jóvenes y docentes universitarios. De manera prepotente, señala Smith, calificaba a los invitados “como una pérdida de tiempo, amenazando a todos con tirarlos por la ventana del segundo piso.” Otra relato de la velada, esta vez del profesor Mort Marcus, citado por Adam Davis en ILAB, indica que Bukowski, ya en pie, “agarraba a las chicas y (…) les metía la mano en la entrepierna de los vaqueros o en las blusas… Las chicas gritaban y salían corriendo de la casa…”. De Buda malicioso el nacido en Alemania había pasado a sátiro desatado. En ese caótico escenario, un poeta invitado, Robert Lundquist, rememora Smith, enganchó con una rubia a la que el autor de Cartero le había echado el ojo, por lo que hubo insultos entre ambos hasta que “Bukowski se desabrochó los pantalones y movió el pene en su dirección; Lundquist lo volteó en respuesta.” Carver, por su parte, se mantuvo toda la velada parado junto a la puerta de entrada “fumando y sosteniendo una bebida en la mano. Y mirando en silencio, asimilándolo todo, sin duda esperando lo peor”, cuenta su ex alumna.  De lo observado esa noche surge el poema “No sabes lo que es el amor (una tarde con Charles Bukowski)”, que Carver publicó once años más tarde en el poemario Fuegos. El texto resalta la fanfarronería, las obsesiones sexuales, el amor a la cerveza, el egocentrismo exacerbado, así como el constante desprecio de Bukowski a sus colegas escritores, al mundo académico y al mismo Carver, a quien, según Diana Smith, trató de “profesor” durante todo el encuentro, negándole así su calidad de poeta o narrador. Sin caer en exageraciones satíricas, sino metamorfoseándose y usando la propia oralidad de Bukowski, el autor de “Catedral” construye esta parodia que funciona simultáneamente como homenaje y como burla, o venganza, siendo además un hito en su poesía, cuyos versos directos, sin dobleces, no siempre han sido bien recibidos por la crítica. Pero ese es otro tema.     NO SABES LO QUE ES EL AMOR (UNA TARDE CON CHARLES BUKOWSKI)   No sabes lo que es el amor dijo Bukowski Tengo 51 años mírame estoy enamorado de esa pendeja Piqué el anzuelo pero ella también está enganchada así que perfecto hombre así debe ser Me llevan en la sangre y no pueden echarme lo intentan todo para apartarse de mí pero acaban volviendo Todas vuelven excepto una a la que dejé plantada Lloré por ella pero aquellos días lloraba por todo No me pasen un trago de esos después me vuelvo insoportable Podría quedarme aquí sentado bebiendo cerveza toda la noche con ustedes hippies Podría beberme diez latas de esta cerveza y sería como agua pero si me dan de ese licor los lanzaré por la ventana tiraré a todo el mundo por la ventana ya lo he hecho No saben lo que es el amor No lo saben porque nunca has estado enamorados así de simple Conseguí a esta pendeja es maravillosa me llama Bukowski Dice Bukowski con esa voz suave y yo digo Qué No tienen idea lo que es el amor Se los estoy diciendo pero no me escuchan Ninguno de ustedes lo reconocería si subiera a esta habitación y les diera por el culo Siempre pensé que las lecturas de poesía son una claudicación Miren tengo 51 años y mucho andado Sé que son una claudicación pero me digo Bukowski pasar hambre es peor que rendirse así que vas y nada es como debería ser Aquel tipo cómo se llamaba Galway Kinnel He visto su foto en una revista Tiene buena pinta pero es profesor Cristo pueden creerlo Resulta que ustedes también lo son ahora los estoy insultando No, no le he escuchado ni he oído nada de él Termitas todos ellos Puede que sea yo ya no leo mucho pero esos tipos que se hacen un nombre con cinco o seis libros termitas Bukowski dice por qué escuchas música clásica todo el día No sabes cómo lo dice Bukowski por qué escuchas música clásica todo el día Les sorprende no nunca pensarían que un bruto bastardo como yo pudiera escuchar música clásica todo el día Brahms Rachmaninoff Bartók Telemann Mierda no podría escribir aquí si no Demasiado silencio demasiados árboles Me gusta la ciudad ese es mi sitio Pongo música

Retrovisor | Abusos y violencia en la conquista de América

«La intención del fraile dominicano, quien luchó constantemente por los derechos de los nativos, era que Felipe II conociera las atrocidades que se estaban llevando a cabo en América en nombre de la corona y del dios católico, a fin de lograr medidas que implicaran una relación justa y humanitaria con los colonizados, dado que el trato que se les daba en las conquistas: “hechas contra aquellas indianas gentes, pacíficas, humildes y mansas que a nadie ofenden, son inicuas, tiránicas, y por toda ley natural, divina y humana condenadas, detestadas y malditas”». La irrupción del Imperio Español en América no consistió –por cierto– en un “descubrimiento” o en un “encuentro de dos mundos”, como se le ha llamado eufemísticamente tantas veces, dando la impresión de que personajes como Hernán Cortés y Moctezuma –por nombrar a un par de protagonistas de la época– poco menos que se reunieron a tomar té, a comer panecillos con jamón y a jugar una partida de brisca, sino de una invasión armada, de una ocupación violenta –y asimétrica– que no solo ambicionaba riquezas, fama y poder, sino también imponer una cultura, una forma de vida y de organización urbana –como plantea Ángel Rama en La ciudad letrada–, así como una religión, la católica.    Testimonio de la violencia con que se dio este fenómeno es la obra Brevísima relación de la destrucción de las Indias, que su autor, el fraile dominicano Fray Bartolomé de las Casas (1484–1566), publicase en 1552. En este texto, dirigido al futuro rey del Imperio Español, Felipe II, de las Casas da a conocer innumerables abusos y crueldades cometidos por los ocupantes contra los indígenas, acciones que llegaron –incluso– a producir el genocidio total de pueblos como los taínos y los caribes. La intención del fraile dominicano, quien luchó constantemente por los derechos de los nativos, era que Felipe II conociera las atrocidades que se estaban llevando a cabo en América en nombre de la corona y del dios católico, a fin de lograr medidas que implicaran una relación justa y humanitaria con los colonizados, dado que el trato que se les daba en las conquistas: “hechas contra aquellas indianas gentes, pacíficas, humildes y mansas que a nadie ofenden, son inicuas, tiránicas, y por toda ley natural, divina y humana condenadas, detestadas y malditas”, como señala en una carta –dirigida al futuro monarca– que adjunta a la obra (que autores como Ramón Menéndez Pidal y Julián Marías –ambos españoles– han puesto en cuestión puesto que conformarían “una leyenda negra para España”).    Les dejo, a continuación, algunos párrafos de la Brevísima relación de la destrucción de las Indias, donde se puede apreciar –en un español aún en formación– parte del horror que los colonizadores –todos declarados católicos, todos creyentes en Cristo– provocaron en pueblos que tuvieron la desgracia de cruzarse en su camino de odio, codicia, perversión y brutalidad, imponiendo no solo su poder durante siglos, sino implantando a la fuerza una creencia religiosa que, paradójicamente, aún subsiste y representa la verdad para muchos descendientes de los pueblos violentados.       Selección de textos     Apuestas   Los cristianos, con sus caballos y espadas y lanzas comienzan a hacer matanzas y crueldades extrañas en ellos. Entraban en los pueblos ni dejaban niños, ni viejos ni mujeres preñadas ni paridas que no desbarrigaban y hacían pedazos, como si dieran en unos corderos metidos en sus apriscos. Hacían apuestas sobre quién de una cuchillada abría el hombre por medio o le cortaba la cabeza de un piquete o le descubría las entrañas. Tomaban las criaturas de las tetas de las madres por las piernas y daban de cabeza con ellas en las peñas. Otros daban con ellas en ríos por las espaldas riendo y burlando, y cayendo en el agua decían: “¿Bullís, cuerpo de tal?”.   Andad con cartas   Otras criaturas metían a espada con las madres juntamente y todos cuantos delante de sí hallaban. Hacían unas horcas largas que juntasen casi los pies a la tierra, y de trece en trece, a honor y reverencia de nuestro Redentor y de los doce apóstoles, poniéndoles leña y fuego los quemaban vivos. Otros ataban o liaban todo el cuerpo de paja seca; pegándoles fuego así los quemaban. Otros, y todos los que querían tomar a vida, cortábanles ambas manos y dellas llevaban colgando, y decíanles: “Andad con cartas”, conviene a sabe: “Llevá las nuevas a las gentes que estaban huidas por los montes”.     Parrillas   Comúnmente mataban a los señores y nobles desta manera: que hacían unas parrillas de varas sobre horquetas y atábanlos en ellas y poníanles por debajo fuego manso, para que poco a poco, dando alaridos, en aquellos tormentos desesperados se les salían las ánimas. Una vez vide que teniendo en las parrillas quemándose cuatro o cinco principales señores (y aun pienso que había dos o tres pares de parrillas donde quemaban otros) y porque daban muy grandes gritos y daban pena al capitán o le impidían el sueño, mandó que los ahogasen, y el alguacil, que era peor que verdugo, que los quemaba (y sé cómo se llamaba y aun sus parientes conocí en Sevilla) no quiso ahogallos, antes les metió con sus manos palos en las bocas para que no sonasen, y atizóles el fuego hasta que se asaron de espacio como él quería.     En el reino de Xaragua   El rey y señor dél se llamaba Behechio. Tenía una hermana que se llamaba Anacaona. Estos dos hermanos hicieron grandes servicios a los reyes de Castilla e inmensos beneficios a los cristianos, librándolos de muchos peligros de muerte, y después de muerto el rey Behechio quedó en el reino por señora Anacaona. Aquí llegó una vez el gobernador que gobernaba esta isla con sesenta de caballo y más trecientos peones, que los de caballo solos bastaban para asolar a toda la isla y la tierra firme, y llegáronse más de trecientos señores a su llamado, seguros, de los cuales hizo meter dentro

Retrovisor | Todas las furias juntas, poemas de Miyó Vestrini

«La poesía de Miyó Vestrini, en último término, es la de quien no logra comulgar con la existencia y las formas que esta adquiere en la llamada “vida en comunidad”, sintiendo el peso profundo de la soledad que esta sensación provoca. “Alguien descubrió el mundo por mí / y me dejó tirada a mitad camino / entre el sol / y la niebla”, escribe en uno de sus poemas póstumos, dando cuenta de la impresión de abandono que la abrumaba hacia el fin sus días.» Nubes blancas y negras se alternan en el cielo mientras escribo, en pleno invierno, esta nota acerca de la poeta venezolana Miyó Vestrini, cuya obra -poco difundida en Chile- se encuentra fuertemente emparentada con la llamada “poesía confesional”, esa vertiente surgida en la década de los cincuenta que aborda de manera directa -sin hermetismos ni enmascaramientos- las experiencias, reflexiones y emociones de sus autores y autoras, muchas veces de carácter íntimo, rompiendo la barrera entre ficción y realidad. Se trata de una poesía franca, a menudo con elementos surreales, que para muchos parece sacada de la consulta de un psiquiatra. Representantes destacadas de la poesía confesional son las estadounidenses Sylvia Plath y Anne Sexton, así como la argentina Alejandra Pizarnik. Con ellas, Miyó Vestrini no solo comparte su acercamiento a esta corriente, sino también un paralelismo de carácter generacional, una contemporaneidad, ya que todas ellas vinieron al mundo en torno a la década del treinta del siglo veinte, viviendo una adultez marcada por los grandes conflictos ideológicos y socioculturales que estallaron durante la segunda mitad de tal centuria, incluyendo las luchas feministas que develaron el desmejorado rol de la mujer en el mundo del patriarcado, siendo la poesía confesional una especie de testimonio de tal situación.     Respecto de la poeta que nos convoca, debemos señalar que Miyó Vestrini nació en 1938, en Francia, emigrando su familia a Venezuela cuando ella aún era una niña. En el país de las arepas y el petróleo, la poeta, cuyo nombre de nacimiento fue Marie-José Fauvelle Ripert, desarrolló una carrera como periodista, guionista de televisión y narradora, además de participar en diversos grupos literarios y crear una obra poética cuyo primer fruto fue Las historias de Giovanna (1971). Posteriormente daría a conocer los poemarios: El invierno próximo (1975) y Pocas virtudes (1986), dejando además dos libros póstumos: Valiente ciudadano y Es una buena máquina, el primero de los cuales, junto con sus anteriores publicaciones, fue compilado por Monte Ávila Editores en 1994. Es una buena máquina, en tanto, fue publicado recién en 2014, es decir, hace menos de una década. Cabe señalar, también, que en 2019 la editorial norteamericana Kenning publicó un primer volumen de su poesía en el idioma de Whitman: Grenade in Mouth: Some poems of Miyó Vestrini, es el nombre del libro que fue traducido por Anne Boyer y Cassandra Gillig.   Ahora, yendo a la poesía de Miyó Vestrini, que es de carácter cosmopolita y con intentos de innovación en lo formal, se puede señalar que desarrolla una mirada provocadora, cruda y desencantada acerca de la condición humana, en este caso femenina, cual si “todas las furias juntas”, como anota en uno de sus poemas, estuviesen confabuladas en su contra. En esta lógica, da a conocer -sin ambivalencias y con algún grado de delirio- los conflictos internos y contradicciones que la hablante mantiene con su madre, su descendencia, sus amigues y sus amores, es decir, con su círculo íntimo, tocando de manera descarnada temas como la sexualidad, la infancia, el (des)entendimiento mutuo y la salud mental. Pero no se queda allí, puesto que detrás de esta corriente se aprecia una mirada nada alentadora acerca de la realidad que le tocó vivir, cuestionando aspectos como las prácticas políticas y la violencia de la guerra. En este contexto, en su poema “Los paredones de primavera”, escribe: “No enseñaré a mi hijo a trabajar la tierra / ni a oler la espiga / ni a cantar himnos”, añadiendo más adelante: “Lo llevaré a Hiroshima. A Seveso. A Dachau. / Su piel caerá pedazo a pedazo frente al horror / y escuchará con pena el pájaro que canta, / la risa de los soldados / los escuadrones de la muerte / los paredones en primavera.”    La poesía de Miyó Vestrini, en último término, es la de quien no logra comulgar con la existencia y las formas que esta adquiere en la llamada “vida en comunidad”, sintiendo el peso profundo de la soledad que esta sensación provoca. “Alguien descubrió el mundo por mí / y me dejó tirada a mitad camino / entre el sol / y la niebla”, escribe en uno de sus poemas póstumos, dando cuenta de la impresión de abandono que la abrumaba hacia el fin sus días. Un mundo oscuro como las nubes negras que ahora copan el cielo (esfumáronse las blancas) y que en 1991 la llevaron a cometer suicidio, tal como antes lo habían hecho Sylvia Plath, Anne Sexton y Alejandra Pizarnik. Miyó Vestrini, en particular, se quitó la vida ingiriendo una dosis letal de Rivotril. Siguió, así, el camino de las poetas confesionales.       SELECCIÓN DE POEMAS     LAS HISTORIAS DE GIOVANNA (fragmentos)   *   Hacíamos votos por una dulce muerte  y hoy, continente de flores claras, sofocadas por el humo de los hornos,  sabemos que cierta forma de morir más  ruda nos espera.  ¿Lo sabías tú, Giovanna?  Después de ti, tantas otras han muerto, pero ninguna de ellas por razones  tan buenas como las tuyas. Sonabas los dedos al cruzar la esquina,  para que te trajera buena suerte,  decías, gritando no se sabe qué cosa,  la chaqueta azul, los cuatro botones dorados,  los zapatos de lona y el viento  revolviéndote los cabellos.   Todo mezclado, Giovanna, como esa neblina que enturbia la fuente  de la plaza y nos llama a la dulzura de una sola estación. Pequeña trampa cotidiana, para echarnos  de cara al cielo,  para no advertir sangre y agua y frutas, temblor en los ojos de

Poesía chilena actual | La copia infeliz del mito, siete poemas de Javier Ossandón

La poesía de Javier Ossandón (Santiago, 1990) se halla atiborrada, entre otros elementos, por diversas mitologías de la Antigüedad (griega, judeocristiana), la cultura popular tanto del mundo occidental como oriental, conceptos astrológicos, saberes ancestrales de las culturas indígenas y la obra de variopintos poetas contemporáneos, que se plasman en una mirada crítica y desesperanzadora de Latinoamérica y en especial del Chile postdictadura, generando un pastiche que hace foco -más por extensión que por síntesis- en los distintos grupos de víctimas que conforman nuestra sociedad actual o “copia infeliz del mito”. Poesía esencialmente política y de ambiciones totalizadoras, la obra de Javier Ossandón está contenida en sus libros Christi (2016, Alarido Ediciones) y Continente Aureal, texto aún inédito.    Selección de poemas   SALMOLILOQUIO (fragmentos)   III Padre traición ahora entiendo tanto Cuando veíamos una película acostados los dos refugiado yo de los deberes escolares sumidos en la pereza de tus sábanas y las de mamá Allí tú te dabas cuenta de mi erección en la escena que me excitaba de mis tocaciones y nada decías por no querer enterrarme la vergüenza por la espalda Eras piadoso benévolo pero cinco años después en reacción de nuestros signos constelares cargaste las nubes de dagas que caerían sobre mi cabeza   IV Padre traición deseo ahora entiendo tanto tanto Soy esa mescolanza de horror y dulzura Tener a venus en tauro se decodifica como si mi amor se violara a un toro todos los días Y la culpa dónde queda ¡y yo que te culpaba tanto! Por tu culpa por tu culpa por tu culpa te decía Y mi amor se viola a un toro y un toro me da mañana y noche Es lo más parecido a la felicidad   V Padre traición rabia deseo soy tu retrato en esta tierra Desierta yo también te entregué un día a tu soledad un día entero y tú no dijiste nada Mientras lloraste eyaculé imaginándome acabar en tus ojos solos Acabar en tus ojos fondo de una estepa sombría cargada de sueños donde tus constelaciones vacilaban entre un instante y los proyectos entre el amarme y el poseerme Y ahora aquí me tienes entregado a tu propia luna Me encomiendo bordando nuestro dolor con grumos de cal       CONTRAESTACIÓN CUATRO/ LA FISURA DEL SILENCIO   Madre luna se ríe de tus pensamientos Ella tiene cielo cal cosmos Ella es origen Es las noches maravillosas donde el Padre la pasaba con Gabriel en el bar vino y polvo tantas cosas que no se sabían   Madre tejía una calma sin él Una cama tejía Un clamor acuoso en las sábanas Todo lo tejía sin él Es origen porque ella todo lo sabe y en la sabiduría todo nace El padre le decía que ella no En silencio se hacía la tonta pensando Sí sí sí oh sí   La madre tiene el poder y no lo entiendes La madre es el padre y el padre nunca lo supo La hembra no es el hambre          es el hombre     SEXTA ESTACIÓN / CAPUCHA SACRA   La Vero te pasó una capucha Pero antes la empapó en amoniaco La pasó por el humo de la basura quemada La azotó contra las olas de un charco muerto Le estampó una serigrafía    AQUÍ SE EMPALÓ TODO EL DOLOR  Y TODO EL AMOR DE NOSOTRES  AQUÍ TENEMOS EL SUDOR DE UNE COMPAÑERE  NEGRO COMO NUESTRO ODIO COMPAÑERE   No había tiempo así que le quitaste la capucha con rabia escribiste rápidamente con lápiz pasta turquesa al reverso    Yo no quiero mi vida sepia en un futuro pareciendo como  francesitas las “e”.No quiero que nos inventen una lengua especial Que no me institucionalicen nunca la vida, ni que me legalicen el amor … Me ha costado demasiado este dolor para que lo arreglen todo con papelitos y firmas                ¡CHARCOS DE AZUFRE MULTICOLOR                                    SOBRE LA PIEL                           PIDAMOS LO IMPOSIBLE!   Refriegas la capucha en tu mejilla Besas las letras que desintegran tus labios en finos hilos turquesa como la rabia en este hemisferio   Una entrega fosforescente y constante hacia la nada                                                            De Christi     PRADERA DEL AVATAR (parte II)   Orfeo lloraba la ausencia de su amada Eurídice   La buscó en los desiertos En las selvas En las cavernas australes del mundo Pero sólo pudo ver la presencia ausente Su piel hologramada ─La Copia infeliz del Edén ─ en todas partes   Entonces el dios regó el canto de sus liras lamenteras que furiosas transformaron los cipreses en juncos Delimitó nuevos espacios a la orilla de los ríos para lavar pedazos de su piel desgarrada y ofrendarla a los antiguos dioses masacrados por el frío impertérrito   Pero la eternidad ya no existe en estos territorios australes La traición a la muerte se hizo carne   La formación geológica de los siglos venideros asimiló la tierra fértil del fracaso   Una lágrima de norte a sur fue la copia infeliz del mito   “I am a Creep, I am a weirdo… “ En inglés cantaba el helénico dios       HAMLET EN CHILE/ LA TRAGEDIA DE LA TRANSICIÓN   Quise vengar a mi patrio muerto El problema es que nació muerto   Lo sepultaron sus símbolos Su bandera es una mordaza que le cosieron en la boca Su cuerpo es la geografía de la guerra de Arauco En vez de cabeza decapitada tiene un reloj de arena húmeda que se niega a avanzar Bajo sus axilas penden dos araucarias que arden En sus hombros se establecen dos recámaras simétricas Dentro hay esqueletos

Retrovisor | La bestia mágica

«Con ilustraciones monocromáticas de su amigo y compañero de bohemia, Rafael Ampuero, «La bestia mágica» contiene un conjunto de 99 poemas donde Mora -usando descripciones que destacan por su luminosidad pictórica- da cuenta de aquello que lo rodea: su mujer, sus hijas, sus amigos, la ciudad de Tomé, los paisajes del sur, el mar, los pájaros, los animales, construyendo un fresco del mundo que lo vio nacer y morir. En el medio de ese mundo, además, surge un yo que reflexiona, que confiesa, que vive, mezclando sensualidad y crítica, humor y ternura, mientras de fondo -río oscuro que desemboca, atenuándose, en el celeste océano tomecino- acecha la duda existencial, el vacío.» Hace más de medio siglo, exactamente “en la madrugada del 29 de febrero de 1960 -entre humo y café-, utilizando los modestos talleres del periódico NOTICIAS, de propiedad del autor” -como señala su detallado colofón- se terminó de imprimir el tercer poemario de Alfonso Mora Venegas: La bestia mágica. El libro está dedicado al Liceo de Tomé, ubicado en el puerto homónimo, lugar donde en 1921 nació el poeta, de profesión abogado, que, además, se desempeñó en la localidad como juez del crimen subrogante, periodista y profesor del citado establecimiento educacional.  Alfonso Mora -arraigado fuertemente a su tierra- pasó prácticamente toda su existencia en el pequeño puerto ubicado al norte de Concepción, alejándose solo para cursar estudios de Derecho en la Universidad de Chile, en Santiago, siendo uno de los actores de la potente vida literaria y artística que surgió en la sureña ciudad a mediados del siglo XX, participando como fundador, en 1947, del Círculo de Bellas Artes de Tomé, donde confluyeron pintores como Rafael Ampuero, Elías Zaror, Raúl Sanhueza y Alejandro Reyes, junto a poetas como Benjamín Silva y Alejandro Chávez. En cuanto a lo literario, antes de La bestia mágica, Alfonso Mora publicó dos textos difíciles de encontrar en la actualidad. El primero de ellos es Litorales (1954), que se enfoca “en el canto a la naturaleza, a los seres libres y a lo simple, en oposición a lo convencional y artificial de la vida ciudadana y sus instituciones”, como indica el poeta Guillermo Quiñónez (Valparaíso 1889-1982) en el prólogo de La bestia mágica. Ideas que se mantienen, aunque esta vez en prosa, en Las semillas profundas, su segundo poemario, fechado en 1955, de acuerdo con lo expresado por el mismo prologuista.  Cinco años más tarde vería la luz el texto que nos ocupa, La Bestia Mágica, libro que rescaté en la cola de una feria libre de Recoleta años atrás y que quizá a causa de su tiraje enorme, inusual para estos tiempos, de 1300 ejemplares, logró sortear el paso del tiempo. Se trata un libro sencillo, impreso en tinta azul en papel hilo N°2 (material en que se imprimieron 1000 ejemplares, siendo 300 facturados en papel imprenta, como se señala en la misma edición). El libro, como todo lo que Mora dio a conocer en vida, fue una autoedición, viendo la luz bajo el sello Ediciones Collén justo un año antes de su última publicación, Estrellamar (1961), obra que, lamentablemente, también resulta difícil encontrar. Con ilustraciones monocromáticas -también en azul- de su amigo y compañero de bohemia, Rafael Ampuero, La bestia mágica contiene un conjunto de 99 poemas donde Mora -usando descripciones que destacan por su luminosidad pictórica- da cuenta de aquello que lo rodea: su mujer, sus hijas, sus amigos, la ciudad de Tomé, los paisajes del sur, el mar, los pájaros, los animales, construyendo un fresco del mundo que lo vio nacer y morir. En el medio de ese mundo, además, surge un yo que reflexiona, que confiesa, que vive, mezclando sensualidad y crítica, humor y ternura, mientras de fondo -río oscuro que desemboca, atenuándose, en el celeste océano tomecino- acecha la duda existencial, el vacío; cauce, sin duda, que brota desde las primeras páginas del libro, pues el epígrafe escogido es un verso de Hölderlin que se pregunta: “¿Por qué hay un implacable aguijón en mi pecho?”. Mora -crítico del progreso- amaba profundamente Tomé y voluntariamente hizo su vida en la localidad sureña, renunciando a hacer carrera -y a ganar dinero- como abogado en Santiago o como juez en el mismo Tomé, cargo que ejerció por poco tiempo, privilegiando, finalmente, algunas horas de docencia en el liceo local, pues la educación fue otra de las pasiones de este hombre de principios rectos e inamovibles. Su poema “Siempre sales perdiendo, Alfonso”, da luces acerca de su porfía por ser consecuente con su forma de pensar, asunto que lo transformó en un loser de la época: “Pero te han dicho todos, / Alfonso, te ha increpado el mismo Mora: / Debes cambiar. / Compra compás masónico; / Adora el agua, sé bombero; / Usa báculo, participa en los desfiles / De los escauts primaverales; / Aspira el incienso en las iglesias; / No opines cuando puedas molestar; / Concurre a ciertos clubes, / Juega cacho, pide fuerte, firma vales; / Sé político, cambia de opinión cada minuto; / Y verás cómo triunfas en todos los concursos.” Alejado de la nostalgia de la poesía lárica, Mora retrata su pueblo, el océano y su existencia con la intensidad y la claridad plástica de quien está viviendo, in situ, lo que canta, no recordando. Así, por ejemplo, refiriéndose a la gente de mar de la zona, en uno de sus poemas escribe: “Para San Pedro, pescador, / Se meten al mar con sus mujeres / Y en medio de los huiros / Cantan, beben // Las mujeres son celestes y dulces / El oro en los trigales se atesora, / La verde fragancia en las maderas, / Amorosa la lluvia.” Poeta de carácter vitalista, en su texto “Plenitud”, como Baudelaire, pone la embriaguez en su justo lugar: “No importarme que el amor / Ni que una gran pregunta / -muerte, dolor, destino- / Me impidan dormir / En plumón de jacintos / Con tal que el mundo sea / Cáliz de rojo vino”. No se trata -hay

Espía 13 | Supervivientes

«Luchan por no hundirse, por seguir respirando, dando saltitos algunos (a los que el agua le llega al cuello) para salvar el día y llegar a tomar once con los suyos, con la manada, tras pasar el día a la intemperie: en la humedad y el frío durante los crudos días de invierno, bajo pleno sol en el sofocante verano.» Caminar por el centro de Santiago es recorrer los restos de un naufragio. Sea donde sea que uno enfoca el lente aparece una o un superviviente del neoliberalismo, de la individualización, del populismo ñurdo o no ñurdo, de la neocolonialidad: mendigos, prostitutas, pasotas, comerciantes, personas con capacidades diferentes, vendedores ambulantes y artistas de la calle -entre otros esperpénticos especímenes- luchan por no hundirse, por seguir respirando, dando saltitos algunos (a los que el agua le llega al cuello) para salvar el día y llegar a tomar once con los suyos, con la manada, tras pasar el día a la intemperie: en la humedad y el frío durante los crudos días de invierno, bajo pleno sol en el sofocante verano.  Sin servicios higiénicos, sin casinos, sin previsión ni salud ni educación, sin oficinas climatizadas o máquinas de café se las arreglan para subsistir en la vía pública, mientras muchos de los que poseen servicios higiénicos, casinos, previsión, salud, educación, oficinas climatizadas y máquinas de café los critican porque afean las calles, porque las vuelven inseguras, como si la mayoría de los que se ganan la vida en las calles del centro fuesen delincuentes y en las empresas hubiese solo personas honestas y de alto sentido estético, cosa que sabemos no es así: en las oficinas hay bastante gente burda y una cantidad no despreciable de delincuentes. Piénsese, por ejemplo, en el turbio Choclo Délano o en el fallecido fundador de la Universidad Santo Tomás, Gerardo Rocha, que en 2008 asesinó premeditadamente a un martillero público (solo por dar un par de ejemplos). Roberto Bolaño planteó alguna vez que el escritor se encuentra a la intemperie. Lo mismo pasa con quienes se ganan la vida en la vía pública, aunque en este último caso se trata de una intemperie real, concreta, no metafórica. Ambas situaciones, en todo caso, se pueden interpretar como los extremos de un mismo fenómeno de abandono, de (des)educación, de (des)protección, de (in)sensibilización, de (des)humanización.  Están en todo el centro los supervivientes: en la Plaza de Armas, en el portal Fernández Concha, en el Mercado Central, en el barrio San Diego, en los paseos peatonales, en Ahumada, en Estado, en Huérfanos, en Puente, en la Alameda. No es suya la belleza estandarizada del que se desarrolla a costa del subdesarrollo de los otros, del sálvese quien pueda de los otros, como plantea Manuel Castells en su teoría de la Ciudad Dual; no, porque lo que encontramos en ellos es la belleza trágica del hundimiento, del naufragio en ese mar ciudadano que solo a algunos los baña tranquilos, que solo a algunos les promete el futuro esplendor.   Fotografías

Poesía chilena actual | Una muestra descentralizada

Selección de poemas de Ricardo Herrera Alarcón, Camila Albertazzo, Maximiliano Díaz Santelices, Idania Yáñez Avilez y Felipe Moncada Mijic. Nacida de lecturas recientes y sin ningún tipo de afán antológico, la muestra poética que se entrega a continuación recoge algunos textos publicados entre 2018 y 2022 por cinco autoras y autores nacionales de diferentes estilos y generaciones. La selección, que incluye poetas  originarios del norte, centro y sur del país, es decir, es de carácter descentralizado, da cuenta de la enorme productividad, diversidad y resiliencia de la poesía nacional, que pese a ser un arte minoritario que no resulta atractivo para los oligarcas que administran la colonia Chile -no da plata ni votos, no alienta a sacar tarjetas de crédito en Falabella o París, no fomenta la dependencia mental o espiritual- sigue dando señales no solo de estar viva, sino de gozar de bastante buena salud. Prueba de ello son los textos de Ricardo Herrera Alarcón, Camila Albertazzo, Maximiliano Díaz Santelices, Idania Yáñez Avilez y Felipe Moncada Mijic, que entrego ahora a los atentos lectores y lectoras de “El Mal Menor”.     Selección de textos     Ricardo Herrera Alarcón / Temuco, 1969 ________________________________   ARTE PANFLETARIO (fragmentos)   *   Después de Allende todo suicida es kitsch. Después del de Allende todo suicidio es pintado por Bruna Truffa. La Moneda pintada por El Bosco. La Moneda bombardeada: tema de artes visuales para niños menores de           [11 años de una escuela rural llamada Colegio Ambrosio O’Higgins. Septiembre mes de la patria o la ironía como tema del arte panfletario:           [epistemología de la chu cha su ma dre. La bandera chilena usada para limpiar las mesas. Los generales orangutanes, directores de la dina y cni y principales           [cómplices civiles del golpe, decapitados: sus cabezas exhibidas en las           [entradas de ramadas y carnicerías. Los emblemas patrios como arte panfletario: metapoesía para niños. Dulce de copihue con merkén. Empanada de macoña con merkén y cochayuyo.   *   La voz que asoma me parece ajena no es mi voz ni son mis palabras en medio del temporal. Seguramente soy un sobreviviente (todos lo somos) seguramente si hubiera tenido unos 17, 18 o más (y no tres y medio) me habrían matado el setenta y tres seguramente habría andado también con esos discursitos incendiarios o viajado al exilio y estudiado teoría del arte en Francia o Inglaterra o nada de eso lo mío sería resistir en la clandestinidad creyendo que era cosa de unos           [meses algunos años fumando hierba escuchando trova. Tarde o temprano me hubieran detenido. Soy débil, lo sé, me veo quebrado en la tortura y luego, ya del lado oscuro, recitando Explico algunas cosas mientras golpeaba riendo, gordo, fumando Hilton rojo, vestido de negro o quizás hubiera sido un cuadro político encargado de pensar y organizar la línea militar del Partido con cursos de guerrilla urbana y rural en Nicaragua y Angola o me habría puesto tetas en Suecia y luego regresado como la compañera Herrera encargada de compartimentación y asuntos de género en una célula de           [Vilcún o vivido cinco años en Berlín Oriental cinco años llenos de una niebla maravillosa trabajando para la Stasi con una confianza, aún no pervertida, en el porvenir o traído un pedacito de muro un poco de culto a la personalidad. Lo que vino después no se lo doy a nadie: volver a este esperpento este eterno campo de concentración esta sala de tortura a cielo abierto   *   Pienso que el ser humano no está hecho para vivir en sociedad pienso que el ser humano está hecho para vivir dentro de globos y botellas dentro de conchas de locos dentro de árboles en esos orificios que llaman oquedades pienso que es un error pensar que puedan vivir uno al lado del otro todo eso lleva a problemas y confusiones a portazos, a gritos, a estallidos revolucionarios que luego son aplastados de manera sangrienta el hombre y la mujer deben vivir dentro de pianos dentro de espejos muy adentro de libros y cajas de música y solo a ratos salir y tomarse las manos y solo a ratos buscar algunas palabras sin pensar en encontrar o perderse absolutamente libres sin estado sin familia sin propiedad privada.       ÁLBUM TRIBUTO (fragmento)   Hay días en que me levanto Enrique Lihn Soy E.L. Ando con cáncer todo el día Con sombrero de copa Con cara de asco Y odio a Teillier. Me acuesto con una periodista veinteañera Que me hace preguntas absurdas sobre cómo cambiar el curso de los ríos Soy un Lihn sin bigotes y obsesivo Que pasea vestido de cura por mi depa Con un habano sin encender Soy un Lihn jovencísimo, flaco, histriónico, pedante, ultramarxista Que acaba de fundar un subte donde voy a dormir Que acaba de fundar la Universidad de la Pantomima Donde enseño las Artes del Birlibirloque Y ahora como pescado crudo y ensayo una sonrisa para la posteridad Una posteridad donde soy el crítico único y el poeta único Que pasea entre las cenizas humeantes de los poetas calcinados Soy Enrique Lihn Carrasco Pude haber pintado el cielo pero preferí escribir Sobre la tierra húmeda Con mi falo de oro.       TEXTOS AUTOBIOGRÁFICOS (fragmentos)   *   Mi padre enfermo Qué hago junto a mi padre enfermo Que dormita en una silla Y me pide le encienda un cigarrillo A sus 80 años. Qué hago ayudándole a pararse Llevándolo del brazo al baño Bajándole los pantalones Sentándolo en la taza. ¿Este es el fin que cantaban los Doors en Apocalipsis Now? Has hecho un mal trabajo con este hijo Ser escritor es ser frío y calculador Al menos con las palabras. Soy un tipo frío Que no sabe o no puede Expresar cariño. Quieres café papá? Necesitas que te limpie la baba? Necesitas que te hable

Poesía Peruana Actual | «La destrucción es blanca», poemas de Myra Jara

Publicado en 2015 por Lustra Ediciones, “La destrucción es blanca” representa el primer poemario de la poeta Myra Jara (Lima, 1987), quien se suma así a la extensa tradición de la poesía peruana escrita por mujeres. En las cuarenta y tantas páginas que conforman el libro, nos encontramos con una poesía cruda y al mismo tiempo delicada, nostálgica, sensible, que por momentos adquiere visos confesionales. En ella la hablante -una viajada joven de buena posición- da a conocer recuerdos relativos a su familia, reflexiones de carácter personal y experiencias ligadas a temas como el aborto, el abuso y la explotación sexual, usando un tono provocativo -a veces cínico- que deviene, como señala Thomas Boberg -autor de la nota que acompaña la edición- “en versos muy intensos, exactos y desenfrenados”.    Selección de poemas   LA HAN PENETRADO. Estaba aburrida y la han penetrado Estaba sola, no había comido Está bebiendo en el local Quisiera desfilar lentamente, llegar finalmente  al mar, discurrir, discurrir en el mar Aligerarse, ir perdiendo el pelo No soporta hacer cosas Piensa que no debería hacer nada que tenga  conciencia En el mundo brillan el crecimiento de las plantas y             los animales Brillan los ciclos del agua y de los astros Nacen células rojas en los pulpos y los caballos Los perros abren los ojos y observan las montañas Así de voluptuoso y rotundo Las personas están incómodas entre sí   Se siente superior a todos los hombres del local,             los que se sienten, todos, inferiores a ella Tres hombres la cargan en peso entendiendo             inconscientemente que quiere dejar el local como  una inválida   *   YO ENTONCES no sabía qué era exactamente             la muerte Escuchaba decir que algún tío se moría que alguien se había muerto que en el hospital alguien se había muerto anoche Veía siempre carros espléndidos, mujeres suaves cuando había alguna muerte Veía que la muerte hacía que esos carros negros             desfilasen por la autopista como hombres jóvenes corriendo en smoking por los puentes La muerte me gustaba Me gustaba cuando escuchaba que alguien moría Entonces una empleada me vestía de negro, me vestía             como adulta La gente se distancia de ellos niños cuando hay              un muerto En esa época no podía entrar al hospital y al velatorio Me quedaba afuera, con una empleada cansada,             prohibida de tocarme La veía comerse un caramelo, engordar   Me distanciaba de ella Y jugaba, con las manos, a la muerte Y simultáneamente, con la mente, a la belleza   *   TENÍA GANAS de quebrarme y me fui al Mood Un bar grotesco donde van los policías a follar Acepté un cocktail gratis de un hombre no lo besé, pero me conmovió su boca, fea y grotesca Cerró el Mood y caminé hacia Castelino los mozos miraban mis piernas, me invitaban cervezas no había quebrado las aves, estaba desordenada y negra fui a las mesas a beber Nepi   Llegó un tipo guapo que caminaba lento Yo era conmovedora, era placer   Había vivido en Londres, volvió a Roma por idiota Era un homosexual vanidoso y hábil Teníamos los dos lindas piernas era guardia de puerta en un club de strippers. Mujeres             romanas, frías, eran sus amigas Le conté que era pobre, que hacía danza, hablaba lenguas, hoy quería follar   Entró un perro al bar. Pobre bestia suave   Me miró un rato las caderas y las manos. ¿No quieres             que hable para meterte en el club? Bailas desnuda, nadie te toca, haces dinero. Nos              bebimos un vodka.   Se fue en el bus   Yo desnuda, bailando bajo luces. Viejos hombres             mirándome los pechos. Cabezas mirándome.             Pájaros caminando en sus cerebros. ¿Crisis? Mías   Desnuda en la noche mientras otros duermen y orinan Estaría bien desnudarme pensando en leones y             plantas, en leones que abren la boca y bostezan   Volver luego al departamento, cocinarme, comer.   *   YO TERMINABA de comer cuando Alsira me contó             que una vez a los doce, un hombre la jaló detrás del campo y ahí la violó   Era mi nana Alsira Yo tenía nueve mientras la escuchaba decir a mi madre             Que su esposo la hacía beber y la humillaba con             Otras mujeres   La escuchaba y la oía cantar siempre unas canciones             tristes mientras veía su espalda ancha desde el             lavadero y sus manos morenas mojadas   Pensaba fugazmente en el campo, donde aún vivía             en una casa muy fea   Me contó que es anoche volvió a su casa, se limpió en silencio, dio de comer a los perros y lloró intensamente   Nadie la vio, cuidó de no ser vista por ninguno.   *   ¿SABES CÓMO he venido de la cama hasta aquí? Saliendo del corazón simple de la tierra Así llego, me siento aquí   Debo dinero a un hombre descortés Debo dinero a un hombre vulgar que me ayudó             a no tenerte No quiero pagarle. No tengo moral con él,              quiero robarle Por eso te hablo, ser pequeño No dijiste nunca nada Estar contigo por un mes fue exactamente como             estar sola Te aborté en una hora, llegué adolorida al hotel             que renté A veces te recuerdo No eres exactamente un muerto   Me siento sola Puedo recordarte y empezar a sentir algo por ti Tú eres mejor

Espía 13 | Afiches santiaguinos

«La vida de los afiches, por cierto, es irregular. Algunos -los menos- sobreviven intactos hasta que el sol y la lluvia los queman, los mojan, los decoloran, los destruyen. Otros desaparecen debajo de los nuevos carteles que les son pegados encima, a la manera de los viejos palimpsestos. Desaparición muchas veces transitoria, temporal, dado que con frecuencia manos anónimas rasgan los nuevos afiches, permitiendo la aparición de partes del anterior o los anteriores, formando improvisados collages.» En la época de la dictadura era común encontrar en las rayadas paredes de nuestras ciudades, escrito más que a la rápida, el siguiente eslogan: “cuando el mundo está canalla, el papel es la muralla”. Si esa rimada afirmación fuese verdadera, fidedigna, podríamos concluir que el mundo no ha cambiado demasiado desde esa horrenda época de tanquetas, fusilamientos, agotadores sábados gigantes y economistas de la católica mamándosela a Milton Friedman, puesto que a pesar de la invasión de lo digital y las absorbentes y ubicuas redes sociales -que nos permiten informar o desinformar eficazmente acerca de los más variopintos asuntos- mecanismos informativos anteriores, como los rayados, los grafitis y la antigua técnica de pegar carteles o afiches publicitarios o propagandísticos en los muros de las ciudades sigue absolutamente vigente, al menos en Santiago, cosa que cualquiera puede corroborar a diario en sus recorridos laborales o estudiantiles.  Muestras actuales de esta última técnica, precisamente, es la que daré a conocer en este reportaje, abarcando principalmente afiches e intervenciones gráficas de corte político y social, los que conviven, en las murallas santiaguinas, con anuncios de fletes y mudanzas, ofertas de empleo, manifestaciones evangélicas, cepillos de dientes, compraventas de antigüedades (muñecas de loza, roperos, lámparas de lágrimas), así como con lecturas de las cartas del Tarot destinadas a recuperar algún amor perdido o asegurarse una buena  pega, entre muchos otros productos y servicios. La vida de los afiches, por cierto, es irregular. Algunos -los menos- sobreviven intactos hasta que el sol y la lluvia los queman, los mojan, los decoloran, los destruyen. Otros desaparecen debajo de los nuevos carteles que les son pegados encima, a la manera de los viejos palimpsestos. Desaparición muchas veces transitoria, temporal, dado que con frecuencia manos anónimas rasgan los nuevos afiches, permitiendo la aparición de partes del anterior o los anteriores, formando improvisados collages.  Tomadas en los últimos meses en el centro de Santiago y sus alrededores, las presentes imágenes permiten apreciar el dinamismo y la mezcla de intereses, por lo general contrapuestos, que se observan en la ciudad fundada, hace unos cinco siglos, por el invasor Pedro de Valdivia. Se entrecruzan en ellas lo político y lo comercial, la seriedad y la charlatanería, lo material y lo espiritual, lo mesiánico y lo concreto, la necesidad y el deseo, entre otras tantas diadas -como dicen los siúticos- que componen nuestra contradictoria sociedad.     Muestra fotográfica

Retrovisor | «Pintar lo de abajo y lo de arriba», reflexiones literarias en las cartas de Gustave Flaubert a Louise Colet

«Cuando Louise tenía treinta y seis abriles y Gustave recién se empinaba por los veinticinco, se conocieron en el estudio del escultor parisino James Pradier. Comienza entonces la relación entre uno de los autores más relevantes de la literatura moderna -aún en ciernes por ese entonces- y una escritora cuya poesía gozaba de bastante notoriedad en el ambiente literario de la época.» A partir de 1846 y hasta 1855, Gustave Flaubert, autor de novelas y relatos claves de la literatura universal como “Madame Bovary”, “Bouvard y Pécuchet” y “Un corazón sencillo”, mantuvo una extensa relación epistolar con su amante, Louise Colet, poeta romántica y narradora originaria del sureño distrito francés de Aux-en-Provence. Durante ese extenso período, el escritor le envió más de doscientas cartas, la mayoría desde su residencia en Croisset, donde vivía con su madre, a quien fuese también una destacada activista por el feminismo y seguidora de las ideas del revolucionario italiano Giuseppe Garibaldi, personaje que por esos años se constituyó, como señala el historiador Carmine Pinto, “en una estrella del romanticismo de la época".  Autora de libros como “Flores del mediodía” (1836), “Los corazones rotos” (1843), “Él” (1859) e “Infancias célebres” (1865), Louise se trasladó a la capital francesa a los veinticuatro años, luego de contraer nupcias con Hippolyte Colet, músico y futuro profesor titular del conservatorio de París, del que tomó su apellido (el suyo, al ser bautizada, era Révoil). Mediante este matrimonio con el todavía profesor asistente -que la prefirió a la hija de un millonario- la escritora, se dice, intentaba dejar atrás la vida de provincia, que, tal como Emma Bovary, consideraba como una experiencia aletargante. Doce años más tarde, cuando Louise tenía treinta y seis abriles y Gustave recién se empinaba por los veinticinco, se conocieron en el estudio del escultor parisino James Pradier. Comienza entonces la relación entre uno de los autores más relevantes de la literatura moderna -aún en ciernes por ese entonces- y una escritora cuya poesía gozaba de bastante notoriedad en el ambiente literario de la época.  Respecto de la fama de la obra de Louise Colet, ganadora en varias ocasiones del premio de la Academia Francesa y hoy por hoy prácticamente borrada del mapa literario, se puede señalar que muchos atribuyen su éxito decimonónico no a méritos literarios -pues su poesía, criticada incluso por el mismo Flaubert, sería demasiado melosa- sino al hecho de que a su salón acudían poetas de la talla de Víctor Hugo, Charles Baudelaire, Alfred de Vigny y Alfred de Musset, los que mediante la muy conocida, y aún vigente institución de la “amistocracia”, otorgaban sus buenos oficios, sus pulgares arriba, a las creaciones de la escritora. Agregan, otros, que también su calidad de amante no solo de Flaubert, sino también del filósofo Víctor Cousin, del mismo de Vigny y de Musset, le facilitaron sacar adelante su carrera de escritora. Independientemente de los méritos (o no) de la obra de Louise Colet, relevante para este artículo resulta señalar que durante el período de nueve años que abarca la correspondencia entre la autora y Flaubert, el narrador francés vivió una etapa de bastante intensidad creativa, dado que creó la primera versión de “La Tentación de San Antonio” (entre 1848 y 1849), comenzando dos años más tarde la escritura de “Madame Bovary”, novela publicada por entregas entre 1856 y 1857 con que daría forma al realismo y que le significó dura tarea: “Estoy más cansado que si empujase montañas. Hay momentos en que tengo ganas de llorar. Hace falta una voluntad sobrehumana para escribir, y sólo soy un hombre.”, señala en 1852, en plena escritura de la novela protagonizada por Emma Bovary. Las cartas de Louise, que son la otra mitad de esta correspondencia, lamentablemente no se conservan, desaparecieron, pues se dice que fueron quemadas por Caroline Franklin-Grout, sobrina de Flaubert, quien las consideraba “indecentes”, o incluso por el mismo escritor, como sugieren ciertas versiones alternativas, por lo que conocemos sólo una parte del flujo escritural entre ambos artistas. La coincidencia temporal entre la correspondencia con Louise Colet y el prolífico período creativo de Flaubert, hacen que las epístolas que el francés enviara a su amante estén teñidas no solo de los siempre llamativos aspectos emocionales de una relación sentimental, en este caso de una relación a la que Flaubert ponía distancia, sino de diversas e interesantes reflexiones en torno a la literatura y la creación literaria. “Antes se creía que sólo la caña daba azúcar. Ahora el azúcar se obtiene casi de todo; lo mismo sucede con la poesía. Saquémosla de cualquier cosa, pues yace en todo y por doquier: no hay un átomo de materia que no contenga el pensamiento; y hemos de acostumbrarnos a considerar el mundo como una obra de arte cuyos procedimientos hemos de reproducir en nuestras obras.”, escribe a su amante en marzo de 1853. Defiende así su idea de que el arte debe separarse de las idealizadas ideas románticas y morales acerca del ser humano y abarcar la realidad en su totalidad, incluyendo también aspectos como la vulgaridad, la suciedad, la deshonestidad, cuestión que, en una nueva carta, resume un mes más tarde: “Hay que pintar cuadros, mostrar a la naturaleza tal como es, pero cuadros completos, pintar lo de abajo y lo de arriba.” Siguiendo esta misma idea, fiel a su estética, refiriéndose a la popular novela de la norteamericana Harriet Beecher Stowe, “La cabaña del Tío Tom”, escribe: “No necesito, para enternecerme ante un esclavo torturado, que ese esclavo sea buena persona, buen padre, buen esposo, cante himnos, lea el Evangelio y perdone a sus verdugos, lo que le convierte en algo sublime, en una excepción, y por eso en algo especial y falso.” Dedica, también, un festival de ácidas palabras a sus colegas de la época: “Para agradar a los parroquianos, Béranger ha cantado sus amores fáciles, Lamartine las jaquecas sentimentales de su esposa, y el propio Hugo, en sus grandes obras, ha lanzado en su intención estrofas sobre la humanidad, el progreso, la marcha