Narrativa chilena actual | Situaciones (I)

«Muchos adultos se le acercaban, las mujeres lo miraban, le sonreían “Es Pereda”, me dije. Me aproximé “¿Pereda?”—El mismo que viste y calza. ¿Carvajal? — “¿Se me nota?”—Sí, no has cambiado mucho—. Totalmente falso, me conservo pésimo, no como él. Y me llamo realmente Azócar.»

PAYASO

El payaso no podía ser Pereda, pensé, cuando vi que mi nieta y una multitud de niños alborozados corrían a tocar los amplios pantalones a franjas, los faldones de la chaqueta granate, a retorcer los botones mientras reían histéricamente. Muchos adultos se le acercaban, las mujeres lo miraban, le sonreían “Es Pereda”, me dije. Me aproximé “¿Pereda?”—El mismo que viste y calza. ¿Carvajal? — “¿Se me nota?”—Sí, no has cambiado mucho—. Totalmente falso, me conservo pésimo, no como él. Y me llamo realmente Azócar. Ya casi toda la gente había salido de la carpa, los enanos gemelos y la equilibrista albina recogían los desperdicios de la multitud. Él me seguía diciendo Carvajal, chapa de aquella época, cuando le había causado gracia eso que le dije de que Chile iba a ser el último país en hacerse socialista e iban a venir turistas de todas partes del mundo, dirían “cómo viven estas bestias”. Pero esto fue preludio de mi alejamiento del Movimiento que Pereda condujo y radicalizó y a estas alturas lo andaban siguiendo moros y cristianos, oficial y no oficialmente, usté me entiende. Pero me estaba diciendo que a quién se le iba a ocurrir investigar a un circo chico, rasca, cruzaban las fronteras varias veces al año, nadie metido en política se iba a apersonar, tú, claro, con esa porrada de nietos y me acuerdo en detalle de su cara de payaso, su última máscara, ya que ese circo desapareció en los incendios en el Sur.

 

LA DEL ABRIGO AZUL

Que no me deja a sol ni a sombra—aparece en una mesa vecina en el café con su tableta, sus anteojos, su pálida cara de niña—otras veces la miro caminar hacia mí en las veredas, la noto desde la ventana del bus con una bolsa de compras—o que barría la vereda una vez cuando yo andaba por otro barrio, o que estaba alimentando palomas en un banco del parque—no es ella la que parece estar sentada en el living frente a la computadora cuando me levanté al baño. Me había tomado casi una botella entera—no  puede ser ella la que se me aparece en sueños, la que me susurra “escríbeme”, pero eso hago.

 

ORÍGENES DE UN VINO ITALIANO QUE SE TOMA FRENTE A LA TELE

Me siento frente a la tele para ver si dan alguna película europea en el canal francés con cubitos de queso a la mano, tajadas de salame, unos chocolates, y esa botella de vino italiano que me pasó a dejar Doña Chepa el otro día a la oficina, que en realidad no es “oficina”, es un cubículo. Se trata de un mosto bastante bueno comparado con otros, y quizás caro, pero de gusto más o menos nomás, un poco dulzón, parecido al que los italianos de la ciudad fabrican en sus alambiques caseros, y bastante parecido a ese un mezzo litro di vino rosso de la casa signora que  había pedido cuando me había juntado con ella en ese restaurante italiano porque me queda casi al frente y entonces no tenía que estar sacando el auto, y esa vez ese fulano joven que ella había presentado como su hermano también se había sentado con nosotros por unos minutos, había intercambiado conmigo unas cuantas palabras comunes sobre el tiempo, bastante adaptado a país se lo notaba, pese a lo joven, casi no tenía acento y parecía muy natural con ese tipo de cháchara que la gente emplea aquí para sacarle el cuerpo a los temas peliagudos o a cualquier tema o simplemente para enfrascarse en una conversación neutra y así ser corteses y dejar pasar el tiempo. El tipo, harto más joven que la Chepa y con el pelo muy moreno y erizado en un corte de pelo tipo escobillón me había estado mirando todo el rato, con los dedos cruzados, y me sonreía de vez en cuando con una boca llena de dientes, muy blancos y sanos, hasta que se levantó un poco abruptamente y me tendió una mano “me tengo que ir, ya nos vemos por ahí” “Chao Chepa” y le dio un leve y apurado beso en la mejilla antes de perderse rápido con sus pasitos cortos de petiso.

 

ROBOT E IDENTIDAD 

Ponición de pilas. No parece adecuado. No se escucha, al menos yo no lo he escuchado. Postura de las pilas, sí, ponerse las pilas es incluso una expresión, pero postura es además adoptar una posición, una idea, y es la manera en que se dispone el cuerpo, posición firme, por ejemplo. Para un F14 no está mal plantearse este tipo de preguntas (claro que no es positivo manifestarlas). Un F14 se supone que es básicamente funcional, solo tiene intercambios verbales según sea necesario para efectuar alguna tarea con otras entidades. El F15, por el contrario, tiene un implante superior, con más entradas, aunque tenga un físico idéntico a nosotros, es decir humanoide. El F15 tiene además tareas de supervisión, sería quizás mejor decir supervigilancia, ya que precisamente esa falta de distinción aparente le permite desempeñar sus tareas. Tiene programado un manejo del lenguaje coloquial, del léxico y los modos de expresión, es decir puede pasar por gente. En cambio, cuando nosotros abrimos la boca se nota inmediatamente lo que somos, aunque nuestro físico sea humanamente bastante aceptable. He oído decir que el F15 puede incluso hacer el amor y puede experimentar placer. Nosotros en cambio tenemos que saber por ejemplo exactamente qué comer a la hora del desayuno, para no causar inquietud si nos toca compartir una mesa con trabajadores humanos, por ejemplo.

 

ESCRITORES DE LA(S) DIÁSPORA(S)

El  vino parece un ingrediente tan infaltado como infaltable en estos ágapes que celebran el lanzamiento de libros, la apertura de exposiciones (o exhibiciones) de diversas ramas y maneras de las Artes Visuales (o Plásticas), conciertos, muestras fotográficas, demases, de un cuantuai. “Si no hay vino y queso por lo menos, no vamos”, parecen decir las inumerables voces del público targeteado. Hay empresas de comunicaciones (dizque y se rumorea) cuyos ingresos máximos provienen de la publicidad de los eventos arriba mencionados. Pero sus precios son inaccesibles, sus resultados dudosos. Con o sin platas de Fuentes Externas que no vamos a enumerar, los Desconocidos de Siempre planean nuevas y nuevas oportunidades para difundir y si es posible vender algunos ejemplares de libros variopintos, de todos los géneros y diversos grados de sofisticación. Bajo diversas banderas. Las torvas embajadas de los países de origen contribuyen según su capacidad, siempre a medias reluctantes. “Lo más que podemos esperar es una o dos cajas de botellas de vino. Y eso es mucho decir” dicen los organizadores, tan realistas como resignados.

 

Textos inéditos. 

 

 

 

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Jorge Etcheverry Arcaya, Chileno, vive en Ottawa, Canadá. Profesor de filosofía, máster en lengua y literatura hispánica, doctor en literatura comparada. Fue miembro de la Escuela de Santiago y el Grupo América, agrupaciones poéticas chilenas de los 1960-70. Textos suyos de poesía, prosa y crítica han sido publicados en diversos países en revistas y libros en castellano y traducciones al inglés, francés, italiano y portugués. Ha publicado arte en diversos medios y formatos, en papel y virtualmente. Sus últimos libros son Clorodiaxepóxido, poemas, Chile, 2017; Los herederos, novela de ciencia ficción, 2018; Canadografía, antología de prosa hispanocanadiense, Chile, 2017; Samarkanda, poemas, Canadá, 2019; Outsiders, narraciones en inglés, 2020; Orejas y vanguardias, Chile, 2024. Recientemente aparece en las antologías Wurlitzer. Cantantes en la memoria de la poesía chilena, Chile, 2018; Antología de la Revista Entre Paréntesis, de Chile, 2018; Antología de la poesía chilena de la última década, (Chile, 2018), Antología mundial de poesía; La papa, seguridad alimentaria, Bolivia, 2019; Anthologie de la poésie chilienne, 26 poètes d’aujourd’hui (France 2021). Es colaborador y miembro del comité editorial de la revista Entreparéntesis, de Chile y Embajador en Canadá de Poetas del Mundo. 

 

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