Cristián Gómez (Santiago, 1971), poeta, traductor y profesor de literatura radicado en EEUU. Ha publicado una decena de títulos desde “Al final de lo lejos y otros poemas del escribano” (1997) hasta “El hombre de acero” (2020). Los poemas seleccionados pertenecen a su libro inédito “Padre y otros poemas”.
SELECCIÓN DE POEMAS
YO SOY EL QUE AYER NO MÁS DECÍA
Se supone que hoy en día
está prohibido escribir poemas.
Los amantes de los gatos (y la comida naturista)
ejercen el poder. Es su derecho. Pero el comandante
caído en Los Queñes es una herida que no cierra.
Es un problema que tendríamos que discutir
sentados alrededor de una mesa. Habría galletas
y un termo con café. Los vasos están hechos
de un material que mantiene el calor
pero no te quema las manos. Nos sentamos
a debatir el significado de una palabra
que todo el mundo olvida en presencia de los miembros
del Comité: los manteles de plástico son una parte sustancial
de la política del partido. Mi madre ponía hojas
de eucalipto encima de la estufa. Hojas de eucalipto
hirviendo en agua. Eso es de lo que tendríamos
que conversar. De la falta de talento para sentarse tranquilos
delante de una cerveza
y dejar que se termine sola.
CAPTATIO BENEVOLENTIAE CON VISITA AL DOCTOR
Acompañé a mi viejo al doctor
y pasé a tomarme un café mientras
lo esperaba. Me puse en la fila
para poder entrar, porque sólo atienden
de a una persona. A pesar de que era
invierno estaba soleado y me quité
la chaqueta. Los autos pasaban por la avenida
y la gente salía de ese lugar como se sale
de un supermercado que está en oferta
o al abandonar una tienda de antigüedades
donde no existe el tipo de lámparas que tenías
en mente. Una teoría de la sociedad posmoderna
podría construirse a partir de estos materiales,
pensé mientras contaba el vuelto. Los taxis
estacionándose encima de la acera.
Los guardias al interior de la entrada.
Los pacientes pendientes del teléfono
y sus familiares pendientes de ellos.
Tendría que confirmarlo con Pellegrini –me dije,
como para asegurarme de no estar dando la hora.
La hora de mi viejo podría terminar en cualquier
minuto, así que empecé a caminar hacia la consulta.
Me senté en una de esas sillas ahora separadas una por medio:
para los arqueólogos, todas las vasijas están rotas. Los fuegos artificiales
asustan a los perros. La violencia intrafamiliar
causa traumas irreparables en el desarrollo de los niños.
La isla de plástico que flota en el océano se extiende por kilómetros
a la redonda. Los aerosoles contaminan el medio ambiente.
Todo monumento al mar exige medir el tiempo entre una y otra ola.
La batalla de la vida está perdida de antemano, pero lo heroico.
. Cleveland-Santiago-Cleveland-Chicago,
marzo-octubre del 2021
ÚLTIMA CENA
De repente, sin darme cuenta,
mi padre está aquí. Estoy
en la cocina, pero escucho
su voz en la sala. No sabía que
iba a viajar, que iba a venir
de sorpresa. Termino
de prepararme algo y salgo
a recibirlo, voy a darle
un abrazo e invitarlo a que se siente
con nosotros. Me imagino
que debe estar cansado
por lo largo del viaje,
las escalas que debe haber
hecho y el peso de la maleta
que no ha cambiado nunca.
Llegó justo cuando vamos
a cenar, pienso. Llegó
en el momento en que todo
estaba listo para que fuera
una tarde como tantas otras.
Pero ahora que mi padre está
con nosotros cada palabra será
como nueva. Y las conversaciones
girarán en torno a ese tiempo
que no nos hemos visto. Tal vez
alguna anécdota, quizás un nombre
o un clima que haya sido inclemente.
Pero ahora que mi padre está con nosotros.
Pero ahora que estamos con mi padre.
PADRE
El hombre de acero está durmiendo pero la autopista
no parece darse cuenta. Cabecea de brazos cruzados
como inmutable copiloto que prefiere guardar silencio
mientras el camino cubra esa distancia equivalente
a un futuro que no parece tenerlo contemplado. Una
cámara fotografía el número de nuestra patente
para que a nadie le queden dudas de que intentamos
escapar de los efectos más tóxicos de la criptonita
pero no pudimos: el hombre de acero va muriendo
sin que nada podamos hacer para despertarlo. Abre
los ojos pero no mira porque la carretera no le pertenece
si no ha manejado a más de noventa por el carril
que lo devuelva hasta Santiago. Cuando llegamos
finalmente al aeropuerto y le digo viejo, despierta,
ya estamos, parece recordar que las autopistas son
un sueño, aunque la visión de rayos X ahora le falle
y ni siquiera pueda cargar sus maletas. El cigarrillo
le renueva las energías, casi podría decir que alcanza
a despertarlo. ¿Cómo andai de plata?, me pregunta
antes de despedirse, no vayamos a confundirnos
por un par de pestañadas, el hombre de acero
nunca le tuvo miedo a la gramática, es preferible
que el barco se hunda a nadar sin haber aprendido
sobre las aguas de un mar que no puede enseñarle
otra cosa que no sea a despedirse: el último llamado
a los pasajeros es nuestra forma de escribir en el cielo.
Mi padre es adiós. La clase turista mi país.
YO, NORMA DESMOND
1.-
La vejez es contagiosa.
Comienza como un virus
que en un principio
te permite limpiarte
la boca
con una servilleta
y mantener
las llaves de la casa
incólumes
en tus manos.
Reflejan el sol
obnubilándote
reunidas todas
en torno al logo
de un lugar donde
también se reúnen
otro tipo
de objetos
innecesarios.
Tildar a alguien
es poner un acento
donde tal vez
no corresponde.
Pero las reglas
de la gramática
se condicen
con el paso de la edad
mientras la cámara
se acerca
y Norma Desmond
se prepara
para las luces.
2.-
¿Te gustan las frutillas?
La más grande está muy linda.
¿Estás de vacaciones?
No me caí, estaba
revisando el pasto.
¿Te gustan las frutillas?
La chicoca me tira unos besos.
Allá donde tú vives.
¿Te vas a llevar esos libros?
Hay plumavit para envolverlos.
La más grande está muy linda.
¿No estabas de vacaciones?
¿Cómo se llamaban tus compañeros?
¿Te gustan las frutillas?
Hay plumavit en la bodega.
Allá donde trabajas.
La última vez que viniste.
Para envolverlos cuando te vayas.
¿Sigue tocando el violín?
¿Te gusta el pan tostado?
Dice que está de vacaciones.
No me acuerdo cómo se llamaban.
Para que no se te vayan a echar a perder.
¿Te vas a llevar esos libros?
¿Ya no comes pan?
Allá donde están las niñas.
El otro día la vi tocando.
Voy a ir a buscar el plumavit.
¿Qué vas a hacer con esos libros?
¿Llamaste al Turco? No me caí,
estaba agachado. Cuánto
tiempo vas a estar.
3.-
Visitas esporádicas al doctor.
Visitas más frecuentes al doctor.
Exámenes. Ir a buscar los resultados.
Mucho robo. Andan sapeando.
Hasta cierta hora no más.
Hay cámaras. Las inyecciones
las pone una vecina. Tengo los
teléfonos. Bajé la aplicación.
Son los dos no más. En el local
de la esquina. Tienen de todo.
No les hace falta nada. La señora
Norma está esperando que la llamen.
Para hacer su gran retorno.
Aunque nunca se haya ido.
4.-
Había que despachar de inmediato.
Pero los que trabajaban en bodega.
Llenar las guías no era difícil.
Hacer los pedidos incluso por teléfono.
Los camiones salían a repartir en la mañana.
Toda la zona sur de Santiago. Los muestrarios
para los últimos productos. Gente que llevaba
décadas trabajando. La colonia palestina.
Los italianos. Los españoles. Después
se pusieron las cadenas. Cómo manejaban
los micreros. El auto un instrumento
de trabajo. Los ruidos del motor. Las llantas
contra el pavimento. No cargaban el pedido.
Los clientes que reclaman. Los dueños
se vienen a quejar, el gerente se va
de vacaciones, las secretarias se van
de vacaciones, las latas de tres cuartos,
los galones de uno y medio, la masilla
para emparejar, los maestros que hacen
la pega, los chispitas la instalación,
los gasfíter el agua, aunque no los reconozca
la academia y la señora Norma se dirija
mirando fijo hacia la cámara.
5.-
Fui a comprar cigarrillos.
Fui a comprar cigarrillos para mi padre
que después de un infarto masivo al miocardio
sigue fumando como si no pasara nada.
Caminé por Santa Amalia hasta Colombia.
Crucé en la esquina, donde el pavimento
de las aceras está en pedazos, las alcantarillas
tapadas, el semáforo en verde. En la botillería
me dicen que son cuatro mil doscientos.
Espero el vuelto, unos pasos más allá
hay gente vendiendo ropa de tercera
o cuarta mano, un tipo (joven, no más de
treinta) jockeys con insignia de Megadeth,
Colo-colo, la U. No hay de la Católica.
En una de esas tiendas improvisadas,
Norma Desmond vende fotografías de sí misma
autografiadas de su propio puño y letra.
6.-
Toda poesía es documental.
Todo hablante lírico. El cine
era mudo en mil novecientos
ochenta y dos. Álvaro Corbalán
nuestro único protagonista.
Las parrilladas bailables sólo
podían existir entre vestales
fenicias y nombres tarjados
en la portada. Antes de entrar
había que sacudirse los pies
en una ceremonia que tenía
más de bautizo que de ingreso,
el peaje no sólo se pagaba
en las carreteras, el carnet
de baile lo habían llenado
los abuelos de tus abuelos
con el precio de las pulperías
y la guerra del Pacífico. Amarres
es una palabra que sólo utilizan
ellos. Las carreras de ensacados,
subir un palo bañado en cera:
nuestra vida amorosa, nuestra
vida laboral. El libro de los astros
apagados fue escrito pensando
en nosotros. El viento de los reinos
para que soñáramos durante un minuto.
Contra la muerte para sacarnos de quicio.
Zonas de peligro para que dejáramos
de preguntarnos cuándo, sino simplemente
cómo. Los dones previsibles para que nadie
equivocara su profesión ni su camino. Miles
de cartas rogándole que vuelva a los escenarios,
escritas por su mayordomo. Norma Desmond
es la traducción del Fausto que hizo
Manuel Antonio Matta, la sobrina de Matilde
Urrutia, la madre de Díaz Casanueva.
El principio y el fin de la poesía chilena.
Un acantilado golpeado por las olas.
CAPTATIO BENEVOLENTIAE PARA DEFENDER LO QUE SE PUEDA
¿Qué significa defender la democracia?
¿Qué significa hablar en nombre de los muertos?
¿Cuántas banderas tienen que ondear
para que el cielo se oscurezca definitivamente?
¿Cuántos andamios reemplazar a los edificios?
¿Cuántos obreros a los moradores de los edificios?
¿Cuántas ventanas hay que mantener cerradas
para que los votos sigan en las urnas?, ¿para que la metafísica
ya no sea un deber sino un derecho?, ¿para que los doctores
de los servicios de emergencia puedan descansar?, ¿para
que los enfermeros conozcan a sus hijos?, ¿cuántos
arquitectos se necesitan para que los andamios
se mantengan en pie?, ¿para restaurar los centros
comerciales recién terminados?, ¿para terminar con
el hacinamiento en la periferia de la capital?, ¿cuántos
metros cuadrados hacen falta para que el patio
se convierta en huerto, los frutos en comida, los platos
que estaban vacíos en un instrumento para cumplir
con las cuarenta medidas del programa?, ¿cuántas torres
construidas de cristal y de aluminio se requieren
para que el centro de una ciudad sea el centro de todas
las ciudades? Los camiones de comida se abarrotan
en torno a los camiones de comida. Los meteorólogos
de la tierra prometida no darán su brazo a torcer.
Los burócratas de domingo dicen estar dispuestos a todo.
Los reservas del equipo sólo quieren llegar a fin de mes.
Luchar hasta las últimas consecuencias significa
repartir las fotocopias entre todas tus compañeras de curso.
Consecuencia es leer a De Rokha en vez de Neruda.
Conciencia de clase venir en micro, cuando perfectamente
podrías haber sacado el auto.
OBRAS
Al final de lo lejos y otros poemas del escribano (1997)
Inessa Armand (2003)
Pie quebrado (2004)
Como un ciego en una habitación a oscuras (2005)
Alfabeto para nadie (2007)
La casa de Trotsky (2011)
La nieve es nuestra (2012)
Renga (2014)
Butterfly (2017)
La Poesía al poder: de Casa de Las Américas a McNally Jackson (2018)
El Hombre de Acero (2020)




