Selección de Poemas
OCÉANO
Me abrazo de marea atrabiliaria
En este paralelo.
Humedad de sardina
Y lobo errante.
Estoy enfermo de parecerme a los océanos,
Al mar Pacífico
Que arrastra catedrales en su espejo
Y derrumba la noción del día
En una casa alta
Como un puente.
Estoy enfermo de ser tan azul.
De vomitar arena entre los faros,
De apaciguar los peces indecisos
Que irán a morder
Cualquier anzuelo.
Y es que,
Aparte de lavarme con salmuera,
Respiro algas cortadas,
Moluscos sin edad
Y rocas que dibujan las ciudades
De la muerte.
¡Me estoy muriendo de
Mares desatados.
Anfitrión de los barcos
Mercantiles,
De las lunas paradas
En el cielo
Y tantos capitanes!
VISIÓN DESDE LOS CERROS
Veo Valparaíso en mi memoria.
Saturno suelto que pide
Ventilación bajo la lluvia.
Los cerros han bebido todo el día
Y, saciados al fin,
Arrojan el agua de sus lindes.
Cayendo, tropezando,
Los hilos se procuran verticales
Que apacienten su fuga
Sin itinerario.
El puerto me despierta
Las tazas de té
Con aroma de mar
Y caserío.
Un ancho cascarón de soledades
Remolca las chalupas
En la lluvia.
Soledad de las redes
Y del hombre.
Soledad de la mesa
Y la cocina.
Los árboles,
Oscuros,
En los cerros
Cimbrean
Como abrigos de polvo
La ceniza.
¡Ceniza se hace el corazón
En esta noche.
Ceniza la memoria
Que quiere retorcer
Un largo grito!
SÓLO UNA CIUDAD
La ciudad gitana
Que dice la hora
En un reloj de flores
Invitando al mar
Que la corteja.
Ciudad de playas y veleros
Nacida de la uva,
Los trenes y el azúcar.
La más bella que me viera
En mis días de niño
Y eucaliptos.
Transita entre
Avenidas de lujo
Y hambre.
Con ventanas de cristal
Y ranchos sin camino.
La madre de jardines,
Tutelar de cerros
Como catedrales
Bizantinas.
Bizantina de gentes
Y banderas.
La ciudad recién amanecida.
Amazona dorada
Donde venden manzanas y algodones,
Y las plazas
Ofrecen a sus jóvenes más bellos.
La ciudad iconoclasta
De ocio y vacaciones.
De lujuria callada
Y proxenetas.
La próxima al paraíso
Que vive esperando
La señal de la cruz,
El ángelus y los maitines
Para abrirse reflejo
En los dedos de Cristo.
La que no fue maldita
Porque no escuchó la trompeta
Entre el tráfago de vajillas de plata,
Cristales de Bohemia
Y estruendosos trasatlánticos
Que se iban y volvían.
De: Memorial de Argonautas
ALAS
He pensado que no me importa
Que mueras esta noche.
Que reviente tu corazón
Como una estrella,
Lejos del mar.
Y los pájaros olviden su dulzura
Su pensamiento musical sobre las naves.
He pensado que no seré capaz
De llorar contigo, por ti
Como una lucha de invasores
Abriendo continentes:
Estrategias anónimas
En el ciclo del mundo.
Ni que podré velar las últimas entregas
Por no dormirme luego.
Ni presentir tus ojos
En mariposas verdes.
He pensado que quedaré en las islas
Próximas al ruido
En los jardines de mantel
Donde cae la fruta.
Mientras tú me quisieras
En un rasgón de puerto
Con lloviznas heladas
Y entregándome al frío
De los muchos objetos
Mantenidos al margen
De tu boca.
He pensado que no seré feliz.
Incluso que la tarde se reñirá conmigo
Trayendo tu abedul en los amantes.
Y en el sombrero de los montes
Cuando se hagan pedazos las hojas
Que no seré columpio de avellanos
Ni el cabrestante tibio
De otras veces.
Porque todavía no me libro
De tus alas.
PINOS
He pensado en ti
Y he dicho
“Ahora, en este instante,
Los pinos efluyen
Sus agujas
Con pétalos redondos,
Rutilantes,
Al borde de los techos.
Se erigen en pasajes
De tiniebla,
Casi solos,
Comunes al martirio
De la noche.
Y en ellos
(Escalera sin tráfico)
No subo a proponerle
Ni a decirle:
Aquí estamos los dos,
En ese zócalo.
En esa ruta
De lanzas y navíos;
En esa aguja tenue
Que incorpora a la luna
Y la hace tira.
Aquí estamos los dos,
En esa gota
Dispuesta a reventar
Y exterminarnos”.
NOCHE ENCENDIDA
Anoche
En los últimos balcones
De la isla
Te dije que trajeras mi revólver
Y con él
Las flechas de abedul
Que guardaron los nuestros
En aquellas vitrinas
Del olvido.
Y me trajiste luces de bengala,
Estridencias de sol,
Filamentos rojos
Que no ayudan a morir
Ni a esconderse
Como bulbos de amapola.
Entonces no tuve más remedio
Que amar los reflectores,
Los dorados matices,
Las brillantes coronas
Que repetían tus ojos.
Tus ojos como una
Nueva York alucinada,
Llevándome a una vida
De contusos.
Y amé tu pretensión de alcobas
Al borde del abismo
Como un naufragio
De barcas sin muelle
En los mares sin nadie.
Embriagado de reflectores
Y somníferos.
De: De Lunas y Centauros
EXTRAÑA EXALTACIÓN
Si te llamara
Quebraría los cristales
Del hielo
Y la quietud
Del lago transparente
Retenido entre arbustos
Y aves migratorias.
También
Calaría
En la curiosidad
De la gente
Que toma su café
O promete
No volver a verse.
Hablando sin razón
Por temor al vacío
O a que el alma
Les quede tiritando.
Y si te hablara
El mundo soltaría
Su guillotina
De hojas
Para enterrarme vivo
Con los más penitentes.
Debo callar y verte,
Nada más.
Debo sentir
Y ahogarme en este trance
De extraña exaltación,
De pena y gozo.
Debo, por fin,
Volver a mi ciudad
Lejana
Donde estarás conmigo
Sin restricción,
Sin tiempo.
DELIRIO
Mi corazón te espera aún
En su ensenada.
Lleno de sol lunar,
De estrella y nave.
Sabe que si vendrás
La tierra se abre
En lenta flor de espuma
Hacia su viaje
De mariposa y fruto,
De polen y álgebra.
Mi corazón te espera aún
En su delirio.
Loco con su vaivén,
Su ritmo cándido.
Su manifiesta ensoñación
De pez granate.
Y yo le guardo el silencio
Para que sienta
La eternidad entera
Si no derrama su gracia
Nunca el milagro.
MANCHADOS DE PAÍS
A veces quiero
Desenredar
La cuerda larga
De estos zarpazos
Que el tiempo nombra
Entre fases lunares
Solsticios
Y equinoccios.
Y tener tu boca,
Tus huestes todas.
Tu hermosura de mar
O de montaña.
Y beberme contigo
Un café
Adonde el sol se cae
Sin incorporarse.
Estamos manchados
De país,
De sombra ancestral,
De un sur
Que nos gobierna
Y nos persigue
A lo ancho del clima
Y la tormenta.
En cada labio un beso
Y un adiós.
Como el dibujo de dunas
En un oasis falso
Y quejumbroso.
HORARIO
Es tarde.
La hora del reloj no se detiene
Ni la escarcha.
Sólo quisiera amar
Una vez más.
Pero este nudo ciego,
Que me ahorca,
Saborea su delicia.
La última paloma
De las seis
Fue muerta
Por un agrio cazador.
Saldré a la calle.
Tal vez me espere
Una campana,
O el péndulo
De alguna catedral
Para decirme
Que el mundo
Cumplió con su tarea.
De: Poemas del Sur
MUSEO DE LA REVOLUCIÓN
Gran pastel imperial
Tendido sobre un prado
Por donde suben las columnas,
Las puertas y ventanas
Organizadas con retórica.
Balaustradas y escaleras
De mármol
Adornadas con cerámicas
Chinas.
El salón de los espejos
(Avenidas de visión)
Millonizando las presencias
Hasta no perderse
En los retratos.
Lámparas que lagrimean
Cristal,
Pendiendo
De escenas mitológicas
Y mamposterías doradas.
La sala de los gobernadores
Labrada entre terciopelos
Y caobas.
Bustos históricos.
Banderas de países
Donde posa el turista
Junto al torso de Martí.
El gran ojo de la cúpula
Atravesado por cuchilladas
De luz.
Maravillosa luz cubana
Que transgrede al sol.
El alma tiene su sitio
En esa esfera:
Obra de ángeles o iniciados,
Audaces sabedores
De geometrías celestes.
Porque un hombre no puede
Con su sola finitud
Tanta perfección.
El arte se ha parado
En su apogeo
Juntando todos sus brazos
Para extender al futuro.
Pedazo de grandeza
Y de primicia
En estucado pletórico
Y mayestático
Con misceláneos objetos
De atemporales riquezas.
Afuera, la ciudad
Revuelta entre botones
Con onomásticos
De revolución.
IGLESIAS CUBANAS
Eclécticas iglesias
De Cuba.
La primera bocanada
Del nuevo mundo
Que, por ser nuevo,
Fustigara en la hoguera
Por Biblias
Malentendidas
Y catecismos
De fuego y sangre.
Torres en pináculo
Hacia el cielo.
Cúpulas posadas
Como lentos flotadores
De gracia.
Murallones de piedra
Carcomida
Y labrada con
Manos de diligentes
Esclavos.
Clavos de Cristo
Esparcidos
Por vigas, calles y techos.
Iglesias compartidas
Entre los evangelios
Y la Regla de Ocha.
Entre el sermón
Del sacerdote
Y los Babalaos.
La isla vive
Entre el Dios
De los civilizadores
Y la progenie africana
De Babalú Ayé
Y Changó.
Entre suertes de un cielo
De turquesas
Y otro restringido por
El manto
De oblaciones y ofrendas.
Equilibrio de santos
Consagrados
Y estatuaria radical
De vernácula existencia.
Palabra de Dios
Y Yoruba.
Entrecruzamiento de raíces
Aún fieles.
Creyentes con edad
Y sin edad.
Seguidores con tiempo
Y sin tiempo.
La isla vive su cristianismo
Bilingüe o trilingüe,
Que se rio del Génesis.
De: Estrofas para Cuba
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Miguel Faúndez Rojas (Viña del Mar, 1961). Estudió Pedagogía en Artes Plásticas en la USACH. Desde ese momento comenzó a participar del taller literario impartido por la universidad, teniendo como profesores a don Carlos Ruiz Tagle y la señora Amalia Rendic. En 1981 aparecen publicados 5 poemas de su autoría en la "Revista de Santiago", dirigida por don Carlos Ruiz Tagle. En 1983 aparecen otros poemas suyos en publicación del taller literario USACH. En 1985 participa del Encuentro de escritores de la USACH, lectura y conversatorio literario que dio paso a una publicación de todos los participantes, bajo la imprenta de la USACH. Durante 2023 ha publicado los siguientes libros: Memorial de Argonautas, De Lunas y Centauros, Poemas del Sur, Estrofas para Cuba, Breviario (todos por medio de la Editorial mybookselling.online, Salamanca, España); así como Travesía III (narrativa) y Antología de la Ausencia (ambos distribuidos por Amazon, Medellín, Colombia).




