Gloria Dunckler Valencia, poeta de ascendencia alemana nacida en Pucón, Chile (1977). Su obra transita en escenarios de mestizaje, situándose entre dos culturas: la mapuche y la alemana, lo que se puede observar claramente en sus dos primeras publicaciones, “Füchse von Llafenko” (2009) y “Spandau” (2012). Su tercer poemario, “Yatagán” (2015), sigue la misma senda de sus anteriores textos, aunque internándose además en la historia de Chile, en específico en el vínculo entre los inmigrantes alemanes y el movimiento nacional socialista criollo, que surge en los años treinta y se enlaza desde entonces a diversos episodios de la vida nacional. En cuanto a su estilo, Gloria Duncker desarrolla una poesía directa, narrativa, incluyendo fechas y lugares, así como citas de autores. El fragmento seleccionado -perteneciente a “Yatagán”- hace alusión a la “Matanza del Seguro Obrero” (1938), episodio en el cual un grupo de nacionalsocialistas chilenos -que intentan una absurda revolución- son masacrados por orden de Arturo Alessandri Palma, el “León de Tarapacá”
Yatagán (fragmento)
En las parroquias cantan las máquinas. Zurcidoras no aflojan la costura y el sol que se abre paso entre dedal y cordillera. Por las casonas del sur niñas ofrecen manteles bordados sábanas de sacos harineros telas ásperas y nobles que bien amortajan a difuntos y nacidos. Pequeños del norte regresan con mermelada la bolsa de mate, un cuarto de manteca. Niños descalzos, gañanes alegres que vendieron la infancia.
La patria vieja y la nueva ceñidas al estandarte canción nacional y palabras solemnes. Allí los comisarios, los parches en la camisa uno, dos, tres rayos y la inicial de su región.
Se habla del honor y el trabajo.
De la palabra empeñada.
“En el nombre de Chile, en el nombre de los que labraron el prestigio y la gloria de Chile, juro consagrarme por entero y por siempre a la grandeza de Chile”.
Después se brinda y se cantan los himnos.
“Adelante, chilenos aguerridos, con vigor y entusiasmo a la acción; a juntar todo Chile, engrandecido, en un solo cerebro y corazón”.
El poeta del «Balance patriótico» soñaba la idea continental de resistir en bloque y recitó a los cuatro vientos:
“¿Hasta cuándo, señores? ¿Hasta cuándo? Entre la vieja y la nueva generación, la lucha va a empeñarse sin cuartel. Entre los hombres de ayer sin más ideales que el vientre y el bolsillo, y la juventud que se levanta pidiendo a gritos un Chile nuevo y grande, no hay tregua posible”.
En su discurso nos adoctrina de valorar el espíritu de una raza aunque fuese una agridulce fiesta de araucanos y españoles.
Pensar en «hombres, antes que programas» rescatar Chile para los chilenos la malla, el mar, los peces de cobre. Que nos falta unir, aceitar, depurar cambiar las piezas vencidas «el resorte principal de la máquina» cultivar el temple, lo vernáculo la firmeza en los propósitos.
Muchos dieron su palabra de que la vida entregarían por cambiar un país. Los jóvenes con la figura del brazo musculoso también empeñaron su sangre por la «grandeza de Chile».
En las esquinas los niños gritaban «queremos comer».
Estudiantes realizan operativos médicos y las muchachas acopian alimentos, medicación. El sacerdote recién llegado de Europa aún no cimenta su hospedería. Futuros abogados limpian calles laboran en puentes y campos disputan terreno a las milicias contrarias. Otros se afanan de manera parecida los verdes, los azules, todo el arcoíris de cabeza contra la miseria.
“Nuestra sociedad se caracteriza por una falta de verdadera educación social. La manera atropelladora de comportarse en las calles, los hábitos desordenados, la falta de consideración para con los demás, todo ello manifiesta un individualismo exagerado y la ausencia de formas. Cada cual se considera omnipotente.
No es sorprendente que nos falte esta cultura social, porque somos una sociedad arribista, surgida en pocos decenios sobre la base de un fundamento rustico y aldeano”.
Fuego sostenido y cruzado.
Vidrios rotos y trinchera de muebles.
Bloqueo del quinto y sexto pisos.
Rehenes incomunicados en oficina. En los estudios de una emisora la transmisión es interrumpida y jóvenes que arrebataron micrófono declaran:
“¡Ha estallado la revolución!”.
Concentración de Alianza Popular Libertadora homenajea revolución de antaño.
Uniformados de ayer son el pueblo de estos días y claman ser guiados por su General de la Victoria quien volverá para terminar la misión. Al señor del agua potable y los hospitales, buen amigo de su caballo.
Ya nadie recuerda sus tiempos de fiera dictadura los engaños y conspiraciones el fustigador de anarquistas y sindicatos su estado de sitio, el bozal de la censura, el destierro de sus enemigos las huelgas que empujaron su caída el exilio en la Argentina después y su retorno el 37 a levantar campaña. Ahora todos aplauden —esperanzados— al forjador de instituciones.
Están todos ligados. He visto conservadores en amigable charla con comunistas. Son todos compadres en la organización de la desorganización. Sus enemigos quieren hacerles aparecer como apaleadores de rotos les provocan para eso. Cuando empiecen a caer los verdaderos enemigos de la patria los sanguijuelas y parásitos yo dispararé codo a codo con ustedes.
El mundo es Trabajo.
Con ustedes
Joaquín Edwards Bello
¿Qué sueños prendieron aquellas almas? Allí la furia de un zarpazo juvenil y la decisión de retar a sus verdugos, un olvido necesario para la historia oficial. En las calles las fuerzas de choque no paran.
Un aviso de bomba genera pánico.
Y los familiares restringen la salida de sus jóvenes. (Pero estos huyen por las ventanas sobornando a hermanos chicos). Departamento administrativo exige austeridad pues la caja ya no costea las fianzas y escasean los insumos de oficina. Radios y periódicos se niegan a pasar avisos y hasta respirar es una insolencia. Se teme pesadas multas y locales clausurados
¿Y los niños de aquí y de allá?
Jamás oirán esa parte del relato. Que un policía de guardia, fatal ocurrencia, permitió el ingreso de testigos. Horrorizado por la sangre que goteaba de los escalones el cura se abalanzó sobre los cuerpos y el reportero, entre náuseas, vio una pierna que se movía. El diputado quedó aturdido al ver la barricada de muertos.
Entonces una mano lo tiró del pantalón:
«¡Por Diosito Santo, señor, los cuerpos fueron acomodados para simular un combate. En el fondo de un patio manos temblorosas cavan.
Los cuerpos fueron acomodados para simular un combate. En el fondo de un patio manos temblorosas cavan con prisa para ocultar la evidencia.
Los perros mean al pie del ciruelo y Carlos Díaz Loyola corrige sus escritos
Carlos Droguett apunta en su crónica:
«—Todavía está despierto, mijo, acuéstese luego.
El hombre estaba sin ropa ya, estaba tranquilo.
—Ya, al tiro —dijo.
La mujer, soñolienta aún, habló otra vez.
— ¿Por qué no vino temprano?
—No se pudo —dijo el hombre—; había boche en el centro, en el Seguro.
—Ah —contestó la mujer—, ya lo sabía.
El chiquillo llegó en la tarde diciendo…
(El hombre se acordó ahora no más del chiquillo.
Dormía en el otro cuarto).
—¿Qué?
—Que el Ibáñez estaba haciendo la revolución.
—No, Ibáñez no. ¡Quién sabe! El hombre acabó de tenderse, la mujer apagó la lámpara.
Después de un rato dijo:
—Julio, ¿cómo fue?
—No fue mucho —dijo el hombre—, muertos, heridos, como siempre que hay».
En el edificio del Seguro unos disparan y otros se comunican por radio de onda corta:
—Es imposible seguir resistiendo. Hemos izado bandera blanca.
—Retiren la bandera. Sigan resistiendo.
—No llega nadie a auxiliarnos. ¡Nos vamos a rendir!
—No sean lesos. El regimiento Buin ya salió del cuartel y de Valparaíso viene el Maipo. Sigan resistiendo.
Arenga Puma Gris desde una casa ¡Maten a todos los carajos! se ordena —a diario— en los mataderos del barrio Franklin.
¡Que no quede ni uno vivo! dicen que fueron las órdenes.
Cuatro meses después en Chillán nos pilló el terremoto y el 1 de septiembre la segunda guerra.
Ahí cerca.
El Gabinete ha presentado cartas.
Y León organiza una administración provisoria.
Ante el fracaso debe objetar las renuncias.
Su ministro interino enfrenta serias acusaciones.
Allá afuera es de rutinas:
Los empleados riegan los jardines y la feria huele a cilantro.
Repasará sus años de agitación y promesas desde el retiro, en largas caminatas. El indulto para todos, el duelo penitente, la vibración de un cantar hundido en la trilla. Se preguntará qué fue de los camaradas con quienes marchó por las calles y discutieron planes y trazaron proyectos. Mientras riegue las cinerarias o sirva el vino tinto recordará las noticias de guerra, la gloria esquiva, la batalla ajena donde purgar los fantasmas. El hombre anciano al que buscaran en secreto pensará en las órdenes que dio.
Obras
Quilaco Seducido (2003)
Füchse Von Llafenko (2009)
Spandau (2012)
Yatagán (2015)




