Poesía chilena y jazz | En los tiempos del swing
«No estuvo, sin embargo, esta época exenta de un aspecto tenebroso y siempre presente en la cultura norteamericana, me refiero a la patológica idea del supremacismo blanco, enfermedad social que se manifestó tanto en la generalizada negativa al ingreso de público “de color” a los clubes donde se divertían los blancos (en circunstancias de que gran parte de las estrellas eran músicos afroamericanos tocando música afroamericana), como en la segregación a la que se vieron enfrentados los artistas.» Durante las décadas del 30 y 40 del siglo pasado, el jazz se expandió velozmente tanto por EEUU como por otros lugares del mundo gracias a la irrupción del swing, una variante orientada al baile, a la diversión, a la jarana, en un tiempo marcado por los efectos del crac bursátil de fines de los años veinte y la devastadora depresión económica que lo siguió. Este fenómeno, propio del capitalismo, que generó quiebras, desempleo y pobreza durante largos años, es una de las causas a la que que se le atribuye la popularidad del naciente estilo, dado que otorgaba una vía de escape, de alienación, dirán otros, a la cruda realidad del momento, coincidiendo, por cierto, con una etapa de mayor desarrollo de la industria musical, tanto en lo discográfico como en lo relativo a la radiofonía, lo que le otorgó mayor fuerza. El swing fue interpretado por grandes orquestas (big bands) constituidas por una veintena de músicos, siendo lideradas por una figura que, por lo general, daba el nombre a la agrupación. Precursora de las big bands se considera a la "Fletcher Henderson Orchestra", dirigida por Fletcher Henderson. Las grandes orquestas -en términos generales- estaban compuestas por secciones de vientos (trompetas, trombones, saxofones, clarinetes) y una sección con piano, bajo, guitarra y batería, instrumento, este último, que actuaba como el corazón rítmico de la banda. Surge, también, la figura del solista y un cambio relevante respecto de las jazz bands es que los temas presentaban una mayor estructuración y mecanización, habiendo espacios predefinidos para la improvisación. Algunos de los principales directores de big bands de esta etapa fueron los pianistas Duke Ellington, Fletcher Henderson y Count Basie, así como el trombonista Glenn Miller y el clarinetista Benny Goodman, quien fue conocido como “El rey del swing”. Grandes momentos de popularidad adquirieron también cantantes de jazz como Billie Holiday, Ella Fitzgerald y Louis Armstrong, quien también fue un brillante trompetista. Se debe destacar, además, que la expansión del jazz hacia otros puntos del orbe hizo surgir intérpretes no norteamericanos de la música sincopada, pudiendo destacarse la figura de Django Reinhardt, guitarrista gitano nacido en Bélgica que llegó a tocar con Duke Ellington y cuyo estilo marcó una nueva vertiente para el jazz. No estuvo, sin embargo, esta época exenta de un aspecto tenebroso y siempre presente en la cultura norteamericana, me refiero a la patológica idea del supremacismo blanco, enfermedad social que se manifestó tanto en la generalizada negativa al ingreso de público “de color” a los clubes donde se divertían los blancos (en circunstancias de que gran parte de las estrellas eran músicos afroamericanos tocando música afroamericana), como en la segregación a la que se vieron enfrentados los artistas. Duke Ellington y su orquesta, por ejemplo, tuvieron que arrendar un vagón de tren y acomodarlo como vivienda, dado que les resultaba prácticamente imposible conseguir alojamiento o mesas en restaurantes a causa del color de su piel. Billie Holiday, por su parte, pese a tener su nombre brillando en las marquesinas de los sitios donde se presentaba, debía entrar por la puerta trasera y durante las giras no podía viajar ni compartir el mismo hotel que los músicos blancos. En cuanto al vínculo entre la poesía chilena y el swing, aparentemente este estilo no logró la adhesión generacional que tuvieron las jazz bands en los poetas de vanguardia, esos adoradores de la novedad, dado que es difícil encontrar menciones directas de poetas nacionales contemporáneos a este estilo musical. Dos autores que sí lo hicieron fueron Carlos Bolton y Gonzalo Rojas, ambos nacidos en 1917. A diferencia de los poetas de vanguardia, que se referían a las jazz bands de manera genérica, estos poetas mencionan en sus versos a un músico concreto, específico. Se trata del cantante y trompetista Louis Armstrong, quien tocó junto al mítico King Oliver y fue parte también de la orquesta de Fletcher Henderson. Bolton escribe un poema largo y rítmico, muy jazzístico, de nombre “Louis Armstrong – Impresiones”. Gonzalo Rojas, por su parte, en el poema “Latín y jazz”, señala que está leyendo a Cátulo y al mismo tiempo escuchando a Armstrong, lo que la da pie para hacer un contrapunto entre las ideas de Roma y África, de la opulencia y el látigo. No son solo estas menciones, sin embargo, las que se pueden encontrar en la poesía chilena respecto de la época del swing, puesto que autores y autoras de generaciones posteriores también han volcado su mirada a este fenómeno musical. Así, por ejemplo, Claudio Bertoni (Santiago, 1946), poeta de la generación de los sesenta e integrante de la Tribu No -quien además fue percusionista del primer grupo de jazz rock chileno a inicios de los setenta- escribe unos versos acerca de Lester Young, saxo tenor que tocase alguna vez en la orquesta de Count Basie y junto a Billie Holiday. Esta ultima lo llamaba “Prez”, por presidente, reconociendo el talento de quien crease un estilo admirado por Charlie Parker y que daría pie, también, al cool jazz, hitos que veremos en la próxima entrega de estas notas. En un poema bastante “telegráfico” Bertoni coloca a Lester Young junto a otros grandes de la música sincopada “como Armstrong, Ellington, Parker, / Monk y Coltrane”, precisando que se trata de artistas “que transmiten / lo que la música / lleva dentro / y que es / algo más / que lo que muestra / el pentragrama.” En los ochenta, Iván Rodríguez (Santiago, 1961), en un texto dedicado a Parker, rescata también la figura de Lester Young,









